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Sin monopolio de la ética y la moral

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 04 agosto, 2016


Ningún partido político tiene el monopolio de la honradez y la ética, además son conceptos que se deben aplicar a las personas y no a las organizaciones civiles

Sin tregua

Sin monopolio de la ética y la moral

El educador y escritor brasileño Paulo Freire (1921-1997) decía que “el error en verdad no es tener un cierto punto de vista, sino hacerlo absoluto y desconocer que aun desde el acierto de nuestro punto de vista es posible que la razón ética no esté siempre con uno”.

El PAC de Ottón Solís surgió en la lucha electoral izando la bandera de la ética en la política nacional, lucha determinante para una mejor sociedad, pero se autoengañaron al creer poseerla a nivel de monopolio.
Siendo oposición en gobierno el dedo inquisidor de los diputados y dirigentes del PAC se acostumbró a señalar —en ocasiones con suma ligereza— a todas las personas integrantes de otras agrupaciones que no compartían sus posiciones, empujando a exagerar y promover la desconfianza ciudadana sobre la política. Hoy muchos ciudadanos creen que para participar en política se debe ser corrupto, premisa falsa y perniciosa para la incorporación de los mejores a una Política con “P” mayúscula.
La corrupción existe por siempre, pero no solo en la política, inclusive en la nuestra es sustancialmente inferior a la acaecida en otras latitudes. Además, para juzgar y determinar las faltas tenemos las instancias judiciales para denunciar, para que sean estas quienes ejecuten sentencias sobre los casos que lo ameriten.
La judicialización de la política es un daño inmenso que se le hace al sistema democrático, que se incrementa con las redes sociales de Internet y que una buena cantidad de ciudadanos desilusionados por gobernantes ineficaces “compran” con facilidad; más cuando algunos medios de prensa padecen también de ligereza al “informar” y dictar sentencias anticipadas.
El error mayor de los fundadores del PAC fue obviar que toda organización está compuesta por personas con defectos y débiles a las tentaciones; que ninguna organización o partido político es inmune a tener en sus filas gentes carentes de los más elementales valores morales.
En días pasados a raíz del juicio que se sigue a miembros del PAC por presunta estafar al Estado mediante la presentación de documentos falsos a cobro ante el TSE del proceso electoral 2010, el fundador del partido y candidato presidencial de entonces, Ottón Solís, expresó en el tribunal sus deseos de la desaparición de ese partido si se demuestra el fraude. A todas luces un castigo exagerado y carente de justicia por la cantidad de buenas personas que han de ser parte de esa organización. Inclusive sus declaraciones promueven la cadena perpetua —que no existe en nuestra legislación— al considerar que los responsables deben morir en la cárcel si se comprueba la estafa.
Ningún partido político tiene el monopolio de la honradez y la ética, además son conceptos que se deben aplicar a las personas y no a las organizaciones civiles. En todos hay gente honrada y comprometida. El PUSC es ejemplo de un partido que padeció una gran crisis ética, que se renovó y pasado el temporal nuevos y viejos dirigentes tomaron la estafeta para recuperarlo; así hoy empiezan a recoger frutos de ese esfuerzo.
Pretender el monopolio de la moral y la verdad es un error, además, el juzgamiento de la ética no puede estar envenenada de emociones y absolutismos, pues tal y como afirmó Martín Luther King (1929-1968) “el brazo del universo moral es largo, pero se dobla hacia la justicia”.

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