Signos de decadencia
Arnoldo Mora mora_arnoldo@hotmail.com | Viernes 18 julio, 2008
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Arnoldo Mora
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El momento político para el régimen no podía ser peor (quizás por eso lo escogió el medio periodístico que lo originó). Estamos, en efecto, entrando en una crisis económico-social de proporciones incalculables que sacude al mundo entero y que se manifiesta en los precios astronómicos del petróleo, la incontrolable inflación unida a signos inequívocos de desaceleración de la economía que podrían desembocar en una profunda recesión. Lo dicho viene a unirse al fundado temor de un desabastecimiento de productos básicos, que puede llevar a una carestía de los granos que constituyen la dieta tradicional de nuestro pueblo.
Acabamos de terminar la primera mitad de este gobierno, con lo que los fuegos preelectorales adquieren una relevancia cada vez mayor, lo cual amenaza con acabar con la frágil alianza que el oficialismo ha logrado en la Asamblea Legislativa (G-38). Pero, aun así, el gobierno todavía no ha podido aprobar todas las leyes paralelas para hacer viable un TLC cuya aprobación ha absorbido casi todos sus esfuerzos y amenaza con seguir haciéndolo por más tiempo; lo cual quiere decir que podría absorber tres cuartas partes de un gobierno que, como es tradicional, en el último año solo puede dedicarse a atender la campaña electoral. Lo anterior se da mientras la población, cada día más descontenta, ve cómo sube el costo de la vida y aumenta la pobreza, mientras las carreteras siguen deteriorándose y las vidas y bienes de los ciudadanos se ven amenazados por una galopante inseguridad, que aterroriza y enluta a todos los sectores de la sociedad sin que a ello escape ningún rincón de nuestra geografía.
Frente al escándalo del uso de los fondos de BCIE y de las donaciones de Taiwán, la virulenta reacción de los hermanos Arias desnudó, una vez más, el carácter autoritario de su régimen. Rodrigo fue intempestivamente a un noticiero de televisión a tratar de justificar lo injustificable y lo que logró fue que su directora lo expusiera al ludibrio de la opinión pública. Ante semejante descalabro, Oscar aprovechó una gira de fin de semana en un pueblo de Cartago para arremeter, no solo contra la prensa, sino contra los diputados de oposición.
Todo lo dicho hace ostensible el abismo de decadencia en que ha caído este régimen que, desde sus orígenes, acusa adolecer de claros vicios de inconstitucionalidad, como lo han señalado reiteradas veces no pocos juristas.
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