Santos y Pérez Zeledón toman decisiones maduras
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 15 abril, 2019

El fútbol costarricense recibió la semana pasada dos grandes noticias que retratan la madurez y profesionalismo de la dirigencia de dos clubes no tradicionales de nuestro campeonato.
Santos de Guápiles anunció que renovó el contrato con el director técnico Johnny Chaves por cuatro años; días después, Pérez Zeledón hizo lo propio, informando que José Giacone continúa al frente de los guerreros del sur por dos temporadas más.
En otras palabras, don Johnny comandará el cuerpo técnico de los guapileños por ocho torneos cortos y don José, por cuatro; esto es toda una revolución en un fútbol como el nuestro, en el que la guillotina en los mandos técnicos está siempre afilada y lista para el corte de cabezas, en la mayoría de las ocasiones con una inmadurez y un fanatismo de las respectivas dirigencias, dignas de mejor causa.
Incluso hemos “padecido” recientemente dos situaciones, más que futbolísticas, diríamos folclóricas, cuando en un mismo campeonato un técnico dirige a dos clubes: Paulo César Wanchope en Cartaginés y Herediano, y Walter Centeno en Grecia y Saprissa.
Santos y Pérez Zeledón se han convertido en un dolor de cabeza para los cuatro grandes de nuestro campeonato, sobre todo el Cartaginés que ha tenido que “dar su campito” en la cuadrangular final a guapileños y guerreros, también, en menor grado, Herediano y la Liga.
Este par de intrusos avanzaron en sus respectivos atrevimientos futbolísticos a alcanzar el Santos, el subcampeonato de la Liga Concacaf y Pérez Zeledón el título de campeón nacional en el Apertura 2017.
Hoy los guerreros del sur de nuevo se ubican entre los cuatro mejores equipos del campeonato; su técnico, José Giacone, es reconocido como el de mejores números de todo el torneo.
En las tiendas guapileñas se enorgullecen de que en corto tiempo exportaron directamente al fútbol europeo a cuatro de sus mejores talentos: Alexis Gamboa, Ian Smith, Wilmer Azofeifa y Pablo Arboine.
Estos éxitos, los títulos, la venta de talentos, el protagonismo de Santos y Pérez Zeledón se amparan en un hecho que parece simple, pero que en nuestro fútbol no opera: la regularidad. Esta trae recompensa.
Es toda una lección de profesionalismo para clubes tradicionales y pequeños acostumbrados a cambiar a sus entrenadores como pañuelos con las consecuencias negativas de sobra conocidas.
gpandolfo@larepublica.net
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