Revés en la campaña oficialista
Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 04 diciembre, 2013
Estamos a la vista de un electorado sumamente volátil que hoy dice una cosa, mañana otra y pasado mañana una distinta
Hablando Claro
Revés en la campaña oficialista
Si en general la gente está resfriada con los partidos y con los políticos desde hace años y cada vez más; si el PLN dejó botados sus ideales y se le olvidó recogerlos; si el gobierno de doña Laura Chinchilla es impopular hasta decir basta desde largos meses atrás, si Liberación Nacional gobierna por dos periodos consecutivos y pretende tres y eso ya es hartísimo conocido hasta por el menos informado de los electores, si la corrupción indigna y los gazapos de impericia campean, ¿qué es realmente lo nuevo que puede explicar la caída de don Johnny Araya en las encuestas si hace muy poquito las punteaba? Sin ser muy sesudo lo único que puede argumentarse como novedoso de la campaña electoral es el inicio de la campaña misma. Y ahí, las responsabilidades del derrumbe del ex alcalde josefino parecieran decantarse con fuerza (aunque seguro que no exclusivamente) a lo interno de su propio comando de campaña (o equipo de gurúes) o de él mismo. O de ambos.
Una moneda de dos caras: por un lado los spots publicitarios (fundamentalmente) televisivos y sus correspondientes vallas de carretera: el “Contráteme”, y por otro la absoluta dosificación de sus interacciones mediáticas; es decir, el ausentismo en foros, debates, programas de todo tipo, color y tamaño y un sinfín de encuentros en los que tendría que estarse midiendo todos los días con sus pares, los otros candidatos presidenciales y con la prensa. Pero la decisión fue de mostrarlo lo menos posible. De “administrar” su ventaja con la táctica de la vieja política de que quien va ganando no se expone, o no es expuesto, porque se desgasta “innecesariamente”. En otras palabras, como se dice en la calle, pide trabajo pero no va a las entrevistas para que se valore su contratación.
Este podría ser un análisis muy básico para algunos. Pero resulta que a veces no se requieren elaboraciones de antropología política, sino simple y puro sentido común para explicar en la falta de congruencia y la limitada comprensión de las exigencias de los ciudadanos electores de hoy, la factura que le está pasando la opinión pública al comando verdiblanco con los resultados a dos meses del torneo electoral. Pero claro, a contrario sensu como dicen los abogados, como argumentamos asuntos puntuales de gestión de la campaña, un remezón de la estrategia, con su correspondiente cambio de tácticas podría volver a colocar a don Johnny en la punta que ahora ve perdida. Siempre y cuando decida, entre otras cosas, asistir a todas las entrevistas de trabajo. Y eso, está por verse.
Mientras tanto, los demás aspirantes, entendiendo claramente que no hay nada cocinado, ni repartido en este inédito proceso electoral (en todo caso cada proceso es único y particular) se desdoblan para asistir a cuanto encuentro se les ponga por delante. Después de todo, estamos a la vista de un electorado sumamente volátil que hoy dice una cosa, mañana otra y pasado mañana una distinta. ¿Quién dice que es una campaña aburrida?
Vilma Ibarra
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