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COLUMNISTAS


Remembranza de algunas luchas estudiantiles, el “Hurto de uso”, las “pintas” callejeras y los grafitis

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 13 noviembre, 2019


Pizarrón


Hasta 1974-1975 existieron restricciones legales y constitucionales para la inscripción y participación de los partidos de izquierda, especialmente contra el Partido Comunista de Costa Rica, llamado desde 1943 Partido Vanguardia Popular.

La Junta Fundadora de la Segunda República con su Decreto No. 105, de 17 de julio de 1948, bajo el Gobierno de Facto de José Figueres Ferrer, lo proscribió, violando lo conversado, a mediados de abril, en Ochomogo, y lo acordado en el Pacto de la Embajada de México, que le pusieron fin al conflicto militar de marzo y abril de 1948.

El Decreto No. 105 se proyectó luego al segundo párrafo del Artículo 98 de la Constitución que se aprobó el 7 de noviembre de 1949, bajo el Gobierno de Facto de Figueres, cuando funcionó la Asamblea Nacional Constituyente, de enero a noviembre de 1949.

Casi una decena de partidos políticos fueron puestos fuera de la ley y de los procesos electorales, en los años siguientes. Los últimos, de ese período, fueron el Partido Alianza Popular Socialista, en 1965, bajo el gobierno liberacionista de Francisco Orlich Bolmarcich y el Bloque de Obreros, Campesinos e Intelectuales, en 1969, en el gobierno de José Joaquín Trejos Fernández.

También se lo habían aplicado, en el primer gobierno constitucional de José Figueres y de su Partido Liberación Nacional, a Joaquín García Monge, impidiéndole su candidatura a diputado por el Partido Progresista Independiente, para las elecciones de 1958, a quien poco después la Asamblea Legislativa, le declaró Benemérito de la Patria.

Habían restricciones, heredadas de la Guerra Civil, y de la Guerra Fría intensa, de esos años, que impedían la participación pública de los comunistas en medios radiales e impresos.

Hasta 1958, en el gobierno de Mario Echandi Jiménez, Manuel Mora Valverde pudo acudir a una radioemisora para responder dos discursos, en Defensa de Vanguardia Popular, respondiendo a los que habían hecho José Figueres y Otilio Ulate, con motivo del décimo aniversario de la Guerra Civil.

En 1962, el gobierno de Francisco Orlich Bolmarcich, de Liberación Nacional, proscribió el Semanario Adelante, que había iniciado, en su publicación, Joaquín García Monge.

Estos años fueron duros en represión política interna. Por cualquier pretexto detenían comunistas y personas de izquierda.

Al calor de la Revolución Cubana se constituyó la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana. Ahí empecé a llegar yo muy joven, de 13 años y poco a poco me integré a la lucha social. Al fundarse la Juventud Socialista Costarricense, el frente juvenil de Vanguardia Popular, que estaba dirigido inicialmente por Rodolfo Cerdas Cruz, ingresé e inicié mi militancia política de izquierda y comunista. En esa década empezaron a aparecer otras fuerzas de izquierda en el escenario nacional

En esos días, se intensificó la represión política, y dadas las restricciones de participación pública, salíamos a hacer “pintas” en muros en las calles de San José, y en otras ciudades cercanas. Cuando nos detenían, nos pasaban a los cuarteles de policía y nos acusaban de “Hurto de uso”. La primera vez que me sucedió me asusté porque no conocía el término legal y porque aseguraba que yo no estaba robando, situación que se resolvía pagando una multa.

Luego entendí el concepto. Hurto de uso se trataba de una utilización, sin autorización, sin emplear violencia o fuerza sobre las cosas, y sin intimidar personas, y sin intención de apropiárselo. Se trataba de proteger, con esa figura jurídica, un bien para que no fuera usado. Era una protección al dominio y posesión de un bien. Se supone que quien realiza el “hurto de uso” lo hace conscientemente. Así, usar una pared, de una casa o un edificio, una tapia, en las calles, caía en esa calificación legal. Más de una vez jóvenes en esa época eran detenidos por ello.

Una vez que hicimos una pinta política, demandado libertades electorales, en una pared muy hermosa, grande, en buena vía pública, bastante céntrica en la capital, pocos días después nos llamó a la Dirección del Partido Vanguardia Popular, Eduardo Mora Valverde, uno de los principales dirigentes. Después de reconocer la importancia de las luchas que como jóvenes estábamos realizando, y en nombre y defensa del Partido, nos dijo que había que evitar hacer pintas en casas, y en ciertos muros, porque habíamos hecho una pinta, en una casa de un colaborador económico, que era muy importante, del Partido, que era un colaborador discreto como los había, y que aunque no estaba molesto había pedido que no se la volvieran a hacer. El Partido, en esa ocasión, mandó a pintar de nuevo la pared que habíamos pintado, saliendo bastante cara la acción que habíamos hecho. Obviamente, entendimos que también había una reacción negativa de los afectados con las pintas hacia quienes las hacíamos, como personas o como grupo político.

Después de esa experiencia no volvimos a pintar paredes de casas, y ciertos muros ligados a viviendas. Siempre se encontraron sitios abandonados para hacer pintas, pero en sitios habitados, o en uso personal o familiar, se evitaron.

Cuando fundamos el Frente de Acción Universitaria (FAU), a finales de 1966, que inició sus actividades intensas en la Universidad de Costa Rica, en 1967, dimos luchas importantes, entre otras, por asegurar y garantizar libertad de expresión, de opinión y de divulgación de ideas. Poníamos carteles u hojas impresas, pegadas con tape en las paredes. Nunca usamos sprays de pintura, ni hicimos “pintas” en las paredes de los edificios universitarios.

En el rectorado de Carlos Monge Alfaro, en 1967, una vez su “vicerrector” administrativo, Carlos Caamaño, dio órdenes de arrancarnos los carteles que teníamos expuestos y de impedirnos su exhibición. Inmediatamente acudimos a la Rectoría, éramos un grupo bastante fuerte y beligerante en el movimiento estudiantil. Entre otros, fuimos Oscar Madrigal Jiménez, Luis Orlando Corrales López, Jorge Arturo López, Otto Calvo y yo, que éramos de la Dirección Política del FAU. Le dijimos al Rector Monge lo que estaba pasando con Carlos Caamaño y le advertimos que si continuaba quitándonos nuestra publicidad íbamos, entonces, a pintar las paredes de los edificios. Inmediatamente, el Rector llamó a Carlos Caamaño, y le instruyó, delante de nosotros, para que no nos quitaran los carteles, le indicó que se nos respetara en nuestra publicidad y propaganda, le manifestó que había que buscar medios para garantizar que los estudiantes pudieran expresarse sin limitación alguna. No nos volvieron a molestar en este sentido, y casi inmediatamente Carlos Caamaño ordenó que se pusieran carteleras en los edificios para que allí se pudieran poner todo tipo de panfletos, hojas sueltas y comunicados de los grupos estudiantiles, y de los propios estudiantes.

En esos días existían periódicos estudiantiles, “El Universitario”, de la Federación de Estudiantes de la Universidad, publicación que venía desde la década del 50. Nosotros empezamos a publicar, en 1967, UNIDAD, y en oposición a nosotros el Movimiento Costa Rica Libre, en la UCR, que se había organizado par contrarrestarnos, empezó a publicar “Hombre Libre”. El Semanario “Universidad” todavía no había nacido. Estos medios contribuyeron a elevar los niveles de discusión política y de la organización política estudiantil. A principios de la década del 70 surgieron otros periódicos de otros grupos políticos estudiantiles, especialmente, de izquierda que surgieron.

Durante esos años, de intensa lucha estudiantil y de muchas huelgas, nunca, el movimiento estudiantil, altamente politizado de izquierda, como hubo varias organizaciones, y las otras existentes, aún cuando se tomaron edificios, no pintamos la Universidad ni sus instalaciones.

Era una época de intensos debates políticos en aulas, auditorios y en los espacios públicos de la Universidad, el área del pretil de Estudios Generales, y las plazas que ya estaban surgiendo.

No se había desarrollado, en esos años 1967-1975, en el interior de la Universidad, en esa época la única Universidad en el país, a pesar de que conocíamos muy bien las luchas de estudiantes y de universitarios en Europa y Estados Unidos, como las de América Latina, el grafiti, y las “pintas”, como medio de expresión en la Universidad, ni de protesta estudiantil, universitaria o de protesta política.

Las luchas de solidaridad con el pueblo de Viet Nam que terminaban en protesta ante la Embajada Americana, cuando quedaba en el centro de San José, terminaban, a veces, con lanzamientos de globos llenos de pintura negra contra sus paredes, o el paso forzado en las manifestaciones universitarias, cuando se caminaba enfrente de la Embajada Nicaragüense, en esos días representando la dictadura de Somoza, con frecuencia era apedreada, porque curiosamente siempre había allí, en la calle, un buen puñado de piedras a disposición de ser lanzadas.

Ni siquiera con la intensidad de la lucha contra el segundo párrafo del Art. 98 de la Constitución que se dio a finales de la década del 60, ni la que siguió, desde las protestas y la huelga contra la ALCOA, 1969-1970, la del 6% de Presupuesto para la Universidad (1971), las de solidaridad con las huelgas bananeras (1972), hasta los movimientos insurgentes en Centroamérica (1972-1979), especialmente alrededor del Frente Sandinista de Liberación Nacional, se motivó ni condujo a hacer de las paredes de los edificios universitarios lienzos de protesta política o estudiantil. ¿Eran otros tiempos?



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