Regulación adecuada para inmigrantes
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 28 julio, 2008
A pesar de la imagen peyorativa que se ha querido sembrar en el mundo de quienes se ven obligados a abandonar su país, y muchas veces su familia, para procurarse en otra parte del mundo el sustento que no pueden encontrar en el suelo en que nacieron, la realidad que estas personas ayudan a construir no tiene nada despreciable, todo lo contrario.
La verdad es que, a pesar de circunstancias como la tan sonada directiva de retorno de los llamados inmigrantes ilegales en Europa, los trabajadores desplazados han sido a lo largo de la historia y continúan siendo —salvo excepciones que se dan igualmente en los nacionales de cada país— un gran apoyo para el desarrollo de las economías.
Costa Rica en este sentido ha permanecido bastante abierta y saca buen provecho de los inmigrantes. Prueba de ello es lo que se informa en LA REPUBLICA del jueves, en cuanto a que la necesidad de mano de obra para dar abasto con la demanda de proyectos inmobiliarios y a la vez atender las cosechas, ha propiciado una especie de “guerra” por personal entre el sector agrícola y el de la construcción.
Las proyecciones señalan además que esta necesidad irá en aumento, pero se sabe que por otra parte los jóvenes ya no quieren dedicarse a las labores agrícolas y de la construcción.
Esto indica con claridad que se debe organizar y regular adecuadamente el fenómeno inmigratorio puesto que el país lo necesita.
Se han cometido errores en esta materia durante muchos años y urge corregirlos. La regulación del ingreso y permanencia de inmigrantes en Costa Rica debe hacerse con un carácter de inclusión, no de exclusión.
Es necesaria una clara mentalidad, por parte del empresariado, que conduzca a que este pueda sacar buen provecho de una mano de obra que tanto necesita, cumpliendo con lo que señala la ley al respecto de contrataciones.
Por otra parte, el trabajador inmigrante debe laborar en condiciones dignas. Para eso, no para ser explotado, es que abandonó su país y si la nación que le da acogida lo necesita, debe brindarle una vida digna que se rija por los mismos deberes y derechos que los nacionales.
La historia y el desarrollo de las naciones se han nutrido con inmigrantes y nada nuevo hay en esto, solo se necesita el correcto y adecuado manejo de lo que a ello concierne. Deben practicarse la apertura regulada y el debido control que eviten el ingreso de delincuentes.