Reflexiones: A ojo de un mal cubero
Leiner Vargas lvargas@una.ac.cr | Martes 28 mayo, 2019
Las noticias eran ya bastante grises y el panorama de crecimiento, desempleo, pobreza y exclusión social de este 2019 nos mostraban un panorama desalentador. Sin embargo, como buen tecnócrata y fiel a su trayectoria liberal monetarista, de su paso por el fondo Monetario Internacional, nuestro presidente del Banco Central, sigue la cartilla de su cuadrilla de recién graduados, todos evangelizados con la misma teoría monetarista de Milton Friedman y casi confesados con el recetario del modelito de última generación del FMI, las brechas de inflación. Así las cosas, la economía contada en la historieta del programa monetario, apuntalaba un crecimiento de 3 por ciento y vientos fuertes en el panorama inflacionario, a la carga equipo, protejamos a la economía de la inflación.
Al ojo de un mal cubero, tuerto por su visión intransigente y poco sensata basada en su modelo cuadrado y nada acorde a la realidad de una economía que se cae a pedazos en materia de producción y empleo, prácticamente encerrado en su cuarto de confesores, casi todos obispos en la misma iglesia monetarista, nos propone una macroeconomía sana, ajustes para evitar la inflación, fantasma monetarista de siempre. Si, el fantasma que carcome los muros negros del Banco Central y que, desgraciadamente por más sustos y golondrinas, no aparece nunca, no pasa del 2 por ciento e inclusive algunas veces se hace invisible. Vieja historieta monetarista que suma a los permanentes fracasos de los recetarios del Fondo en países en desarrollo, por cierto ya descritos en la literatura económica por celebres economistas como Stiglitz, no aprenden. El librito exacto de una crisis social inminente, cabezonada de algunos pocos.
La realidad en la calle, sí, por cierto, muy cerquita de esa realidad aumentada y en tres D en la que se vive en el Banco Central, sigue su desgaste en picada. La pobreza, el desempleo, la desigualdad y la exclusión social aumentan, se deteriora de manera impensable la calidad del empleo, creando más y más informalidad, quiebran de tajo 50 mil microempresas y se acelera la disminución del empleo en sectores agrícolas, de comercio e industrial. Las mujeres, los jóvenes y los adultos después de los cuarenta, lo sufren en carne propia, más de 330 mil personas están en la calle desalentadas o sin empleo. Ni puentes, ni transferencias, ni pensiones de hambre, ni mucho menos promesas de infraestructura que no caminan, pueden darle de comer mañana a los niños y niñas que se quedarán sin hacerlo por falta de un ingreso familiar digno.
El Papa Francisco ha llamado a los economistas a humanizar la economía, tiene mucha razón con su discurso, estamos congelando al ser humano, estamos poniendo el énfasis en el modelo, errático y gastado, dejamos de pensar como seres humanos, nos dejamos atrapar por los espejos de la soberbia, nos olvidamos de nuestros ciudadanos. No se trata de voltear la tortilla e irresponsablemente utilizar la política monetaria, tampoco se trata de desequilibrar los agregados macroeconómicos, se trata de sentido común, algo que sin lugar a duda se ha perdido en buena parte de nuestros colegas economistas. Despierten de su sueño en tres D, señores del Banco Central, ningún puente, por más ancho que sea, resuelve nada en nuestro ecosistema social, sino tenemos empleos de calidad y en abundancia. No hay empleo sin crecimiento y mucho menos sin calibrar y aceitar la política monetaria. De que nos sirve un cubero si no tiene un buen ojo, sería entonces mejor cambiar a cubero o ponerle otros lentes, para ver si mejora su puntería.
Cómo no se vale tirar la piedra y no proponer algo diferente, les dejo mis sugerencias, si tuviese la posibilidad de estar en esa silla, recomendaría tres decisiones urgentes. La primera, reduciría al 10 por ciento el Encaje Mínimo Legal con las siguientes restricciones, que el nuevo crédito de los bancos producto de esa medida, sea para Banca de Desarrollo y para Vivienda digna de interés social y de clase media, así apoyamos a dos generadores de empleo inmediatos, las MIPYMEs y el sector de vivienda de interés social y de clase media. Segundo, inmediatamente corregiría el reglamento usurero de los bancos en materia de tarjetas de crédito, reduciendo a 25% la tasa máxima a cobrar por una tarjeta de crédito, esto le daría un respiro a la población sobre endeudada y engañada por el sistema financiero. Tercero, bajaría un punto porcentual la tasa de referencia de política monetaria, para garantizar un efecto real rápido en la tasa pasiva y activa del sistema bancario nacional, aliviando entre otras, la presión interna del propio Ministerio de Hacienda.
Ahora que algunas aves vuelan hacía el Norte, buscando el abrigo del verano y para protegerse del que dirán, las malas o buenas lenguas, sería bueno aprovechar para enviar algunos jóvenes economistas a capacitarse en mejores modelos, más realistas, disruptivos y dinámicos, algo que nos permita crecer a largo plazo, para salir del eterno programa de estabilización económica y poner énfasis en crecimiento y desarrollo, pero bueno, sería mucho pedir no les parece.
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