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Reflexiones

Marcello Pignataro manogifra@gmail.com | Lunes 09 febrero, 2009


Reflexiones

Marcello Pignataro

Lo acontecido la semana pasada, con una empresa de comida rápida y otra de grifería e implementos de baño (los dos extremos de la cadena alimenticia, diría yo) nos debe llamar a reflexión sobre nuestra realidad actual, básicamente en dos áreas muy específicas.
La primera es cuestionarnos de qué manera estamos permitiendo que compañías de capital extranjero se instalen en Costa Rica. Qué tipo de garantías les estamos pidiendo para poder darles el permiso de operación en el país, investigar un poco el capital de trabajo con el que vienen y, más importante, de qué manera van a responder a sus obligaciones contractuales con sus empleados.
Estos dos casos me traen a la memoria el famoso sportsbook que cerró sus puertas, también dejando caos e incertidumbre en la vida de quienes fueron sus empleados.
Siguiendo con el tema de hoy: pareciera que no es suficiente la astronómica cantidad de papeleo y requisitos burocráticos que pide el Estado para asegurar a sus propios compatriotas algún nivel de estabilidad laboral, tan necesaria en estas épocas, con crisis o sin ella.
Espero que no aparezcan ahora con el consabido y cansino cuento de la falta de recursos, “tenemos solo tres empleados para verificar a 100 mil compañías”, “no nos alcanza el tiempo”, “ya de por sí tenemos mucho trabajo”. Con la comida de la gente no se juega y no se deberían buscar excusas banales.
El segundo punto que me interesa comentar, o preguntar, es: ¿por qué tenemos que seguir siendo reactivos a las situaciones? ¿Por qué tenemos que esperar que el carro se hunda en el hueco para repararlo? ¿Por qué esperar que la casa se derrumbe para darnos cuenta de que no estaba bien construida? ¿Por qué esperar al atropello para poner el semáforo peatonal, señalizar la calle o colocar el oficial de tránsito?
La falta de previsión y la improvisación son dos de las enormes “virtudes” que parecen reinar en nuestro colorido, y por demás ventoso, país.
La misión del Ministerio de Planificación (palabra prohibida en el léxico nacional esta última) dice textualmente que busca “orientar el desarrollo nacional y mejorar la gestión pública a corto, mediano y largo plazo, asesorando a la Presidencia de la República en la toma de decisiones, elaborando insumos estratégicos de calidad, propiciando el debate nacional y coordinando el Sistema Nacional de Planificación”. ¿El Sistema Nacional de qué? ¿Perdón?
La visión, más corta, nos dice que se busca “ser una institución estratégica para el desarrollo nacional y el mejoramiento de la gestión pública, reconocida por su capacidad de generar insumos oportunos y de alta calidad técnica para la toma de decisiones y promover el debate nacional con la participación de diversos actores de la sociedad”.
En estos dos casos que nos atañen no se trata de decir que fue culpa de tal o de cual. Se trata de aprender del error y tomar medidas para evitar que vuelva a ocurrir un evento como el mencionado. Solo espero que las medidas no tengan que pasar por la Asamblea Legislativa porque si no, nos llevó la de aquella calcomanía que les conté alguna vez.

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