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¿Reactivar la economía apagando motores?

Pablo Chaverri pablochaverri@yahoo.com | Viernes 24 abril, 2020

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La ministra de planificación propone reducir los ingresos a los empleados públicos, la contralora ha sugerido "ahorrar" recursos en áreas sensibles como infancia, vivienda, producción de alimentos y becas estudiantiles, y la UCCAEP propone recortar pagos a los trabajadores. Además, los diputados hace tiempo vienen también proponiendo recortes a la inversión social y al empleo público.

Pero: ¿funcionan estas medidas para reactivar la actividad económica? Si viéramos el país como un avión donde vamos montados todos sus habitantes, entonces podríamos decir que tres de sus principales motores serían: el mercado interno, el mercado externo y la inversión pública, siendo los tres muy importantes para mantener la aeronave en vuelo y estable.

En cuanto al mercado interno, este depende fundamentalmente de la capacidad adquisitiva de la gente, la cual le permite disponer de los diversos bienes y servicios que necesita. Al hacerlo, las personas desencadenan todo un sistema de compra-venta que permite a miles de personas garantizarse un nivel de vida óptimo. Pensemos en cualquier comerciante común: depende necesariamente de la capacidad adquisitiva de sus clientes para salir adelante Entonces, cuando los ingresos de la gente se ven mermados o eliminados, ya no puede adquirir estos bienes y servicios, disminuyendo así la demanda de los mismos y por tanto reduciendo la actividad económica interna, poniendo en riesgo de pobreza a muchas personas.

En cambio, cuando los ingresos de la mayoría aumentan, esto les permite incrementar su consumo y así reactivar el mercado interno. Volvamos al caso del comerciante: si sus clientes tienen fondos para pagarle entonces será mucho más probable que le compren sus productos, permitiéndole así subsistir. Curiosamente, hace poco un amigo que es enemigo declarado del empleo público, pedía a la gente en redes sociales que consumieran productos hechos en Costa Rica para estimular la economía, siendo que muchos de sus contactos en redes sociales de hecho son empleados públicos: ¿de dónde cree él que la gran mayoría de la población saca dinero para adquirir bienes y servicios si no de sus salarios? Ver a un empresario que vende sus productos en el mercado interno atacando los salarios de la gente a la que pretende venderle es parecido a verlo disparándose en el pie.

Por lo anterior, proponer reducir los ingresos de los asalariados y beneficiarios de ayudas sociales es apagar un motor fundamental de la economía y ponerla en una situación precaria. Por otra parte, reducir la inversión social es debilitar las bases del desarrollo humano (especialmente de los más vulnerables) que requiere diversos apoyos para surgir apropiadamente.

Invertir en la gente común es una forma inteligente de distribuir los recursos, ya que, como lo ha señalado el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, mientras los ricos tienden a acumular sus ingresos, las clases medias y bajas deben consumir la mayor parte de sus ingresos, gatillando así la actividad económica y contribuyendo a mejorar el bienestar material de la mayoría.

Por ejemplo: ¿qué sentido tendría hacer ferias para que los microempresarios vendan sus productos si por otro lado se disminuyen los ingresos de la clase trabajadora?, ¿qué sentido tendría ofrecerles créditos blandos, asesoría y capacitación a emprendedores, si el mercado interno tiene poca capacidad de absorber estos productos? Contrario a lo que se nos ha dicho, lo que mueve la economía no son los grandes capitales por sí solos, sino las necesidades de las personas y el trabajo. En el nivel más básico, si no hay necesidades ni trabajo, no se puede producir capital. Entonces, es clave administrar los recursos disponibles orientándolos a una mejor distribución, lo cual incentivará una mayor productividad. Es decir, en lugar de la fallida idea de crecer para distribuir, hay que distribuir para desarrollarnos. Decir que es urgente reactivar la economía mientras se apagan dos de los motores principales para lograrlo (mercado interno e inversión pública) es un contrasentido que debe corregirse.

Por otra parte, la nula voluntad del gobierno para pedir mayor contribución a quienes más tienen, resulta cuando menos decepcionante, porque impide gestionar e inyectar mayores recursos a toda la sociedad, redistribuir riqueza y estimular la recuperación económica durante y después de la actual crisis del covid-19, siendo que ya había crisis económica antes de esta pandemia.

Mientras tanto, la regla fiscal que impide al gobierno subir el gasto público más allá del crecimiento económico es un grave error, porque inhibe al Estado de promover reactivación económica, estimulando actividades generadoras de empleo y productividad. Por ejemplo, cuando el gobierno invierte en construir infraestructura pública necesaria, no solo da mejores condiciones materiales a la población, sino que incentiva la creación de muchos empleos, precisamente cuando hay recesión económica.

No hay país sobre la faz de la tierra que haya logrado altos niveles de desarrollo sin una robusta inversión pública. Por ello, quienes pasan vendiendo la idea de que el Estado es un mero estorbo inútil al desarrollo, simplemente están mintiendo, por más que lo digan muchas veces, y la recuperación y salida a la crisis del covid-19 requerirá un rol activo, eficiente y eficaz del Estado, como siempre ha sido necesario.

Pablo Chaverri, académico









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