¿Quién tiene la culpa?
| Miércoles 24 marzo, 2010
¿Quién tiene la culpa?
“La inflexibilidad es uno de los peores defectos humanos. Usted puede aprender a controlar su impetuosidad, a vencer el miedo con confianza y la holgazanería con disciplina. Pero para la rigidez de mente no hay antídoto. Lleva en sí la semilla de su propia destrucción”. Estas palabras de John Maxwell ayudan a entender buena parte de los fracasos de personas y equipos.
La intransigencia es la culpable de relaciones conyugales complicadas, de talento prisionero en las empresas y de conflictos sin sentido entre quienes, comparten un mismo objetivo. Quienes la padecen, aniquilan a quienes discrepan con ellos y se condenan a la soledad, pues la gente les huye al no comprender sus verdaderas intenciones.
Los rígidos en sanos valores edifican, pero quienes lo son desestimulan el crecimiento del equipo porque ven lo nuevo como amenaza y si no entienden algo lo destruyen. Su drasticidad les coloca en constantes conflictos en varios ámbitos de su vida. Tienen alegrías pasajeras pero no felicidad. Cuando las cosas no son como quieren, sufren quebrantos en su salud emocional, siembran semillas de discordia y luego huyen del debate de ideas, no se disculpan por las consecuencias de su rigidez.
En contraposición a ellos, están las personas abiertas al cambio y a la innovación. M. McGriff afirma: “Bienaventurados los flexibles porque ellos no se romperán cuando los doblen”. Valoran las diferencias, saben que otros pueden aportar ideas valiosas, y poseen humildad para apreciar el criterio ajeno. Su ecuanimidad es tan contagiosa, que otros les siguen y apoyan. Inspiran confianza, y de allí sus sólidas amistades.
Cuando un equipo está integrado por personas con la madurez de los flexibles surgen el compromiso, y la determinación para alcanzar metas desafiantes. Ellas viven sin fronteras mentales con los demás y energizan con su actitud positiva. Maxwell enfatiza: “El entusiasmo es contagioso. Es difícil mantenerse neutral o indiferente en presencia de una persona de pensamiento positivo”.
Mientras la ira, la frustración y el mal humor acompañan a los intransigentes, el coraje, la confianza y la alegría caminan al lado de los flexibles, los que cambian lo que haya que cambiar respetando los valores del equipo.
¿Es usted flexible o intransigente? ¿Es culpable de éxitos o de fracasos?
German Retana
German.retana@incae.edu
“La inflexibilidad es uno de los peores defectos humanos. Usted puede aprender a controlar su impetuosidad, a vencer el miedo con confianza y la holgazanería con disciplina. Pero para la rigidez de mente no hay antídoto. Lleva en sí la semilla de su propia destrucción”. Estas palabras de John Maxwell ayudan a entender buena parte de los fracasos de personas y equipos.
La intransigencia es la culpable de relaciones conyugales complicadas, de talento prisionero en las empresas y de conflictos sin sentido entre quienes, comparten un mismo objetivo. Quienes la padecen, aniquilan a quienes discrepan con ellos y se condenan a la soledad, pues la gente les huye al no comprender sus verdaderas intenciones.
Los rígidos en sanos valores edifican, pero quienes lo son desestimulan el crecimiento del equipo porque ven lo nuevo como amenaza y si no entienden algo lo destruyen. Su drasticidad les coloca en constantes conflictos en varios ámbitos de su vida. Tienen alegrías pasajeras pero no felicidad. Cuando las cosas no son como quieren, sufren quebrantos en su salud emocional, siembran semillas de discordia y luego huyen del debate de ideas, no se disculpan por las consecuencias de su rigidez.
En contraposición a ellos, están las personas abiertas al cambio y a la innovación. M. McGriff afirma: “Bienaventurados los flexibles porque ellos no se romperán cuando los doblen”. Valoran las diferencias, saben que otros pueden aportar ideas valiosas, y poseen humildad para apreciar el criterio ajeno. Su ecuanimidad es tan contagiosa, que otros les siguen y apoyan. Inspiran confianza, y de allí sus sólidas amistades.
Cuando un equipo está integrado por personas con la madurez de los flexibles surgen el compromiso, y la determinación para alcanzar metas desafiantes. Ellas viven sin fronteras mentales con los demás y energizan con su actitud positiva. Maxwell enfatiza: “El entusiasmo es contagioso. Es difícil mantenerse neutral o indiferente en presencia de una persona de pensamiento positivo”.
Mientras la ira, la frustración y el mal humor acompañan a los intransigentes, el coraje, la confianza y la alegría caminan al lado de los flexibles, los que cambian lo que haya que cambiar respetando los valores del equipo.
¿Es usted flexible o intransigente? ¿Es culpable de éxitos o de fracasos?
German Retana
German.retana@incae.edu