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¿Qué te espera en el futuro?

Juan Carlos Mora jcmora1971@gmail.com | Lunes 20 enero, 2020

Juan Carlos Mora

El futuro representa para el ser humano un espacio de incertidumbre, un espacio de lo desconocido y también la gran oportunidad de hacer mejor las cosas, de consolidar lo bueno, de aprender, de trascender.

A pesar de que no es posible saber a ciencia cierta lo que va a pasar en el futuro, a pesar de que nadie sabe lo que finalmente sucederá en el futuro, este futuro nos ofrece una serie de señales; tanto desde el presente como del pasado que nos seducen a estudiarlo y, en algunos casos, a construirlo. Por ello no podría decirse que el futuro se define para cada quién en la tómbola de la fortuna. El futuro no es obra de la casualidad, sino de la causalidad.

En concreto, las personas, las empresas, las familias y los países crean su futuro cada día con las decisiones que toman o dejan de tomar; por lo tanto, la actitud en relación con el devenir es una decisión.

Pero, ¿por qué entonces la gran mayoría de las personas de hoy en día en el país y el mundo no practican una reflexión sistemática sobre su futuro y lo dejan en manos de otros(as) o del azar? Bueno, intentando una respuesta desde el empirismo eso sucede porque la decisión de construir un futuro acarrea renuncias en el presente que las personas, las empresas, y los países no están dispuestos a hacer. Una de esas renuncias es sacrificar beneficios y placeres en el presente para maximizar beneficios a largo plazo.

Cuando escribía este artículo, accedí a una serie de estudios de universidades e institutos de formación que demuestran cómo el ser humano, bajo un paradigma de racionalidad limitada, no tiene el incentivo para decir que va a renunciar a un premio en el presente porque se le promete el doble al cabo de uno o dos años. Se actúa día a día.

Este razonamiento es el que caracteriza a la gran mayoría de las organizaciones, instituciones públicas, territorios, países, familias y, desde luego, plantea una restricción significativa para realizar ejercicios de planificación a mediano y largo plazo.

Recientemente, apliqué, como parte de una investigación académica, una encuesta con funcionarios(as) costarricenses sobre lo que veían en su futuro. La pregunta central fue ¿qué les espera en el futuro? Un primer resultado fue evidenciar que más del 60% visualizó su futuro como el próximo año; es decir, un umbral de futuro muy corto.

El segundo resultado que les comparto es que un 50% consideró como el hecho portador de futuro más claramente definido para el año siguiente el pago del aguinaldo. Este resultado solo varió en personas que tenían para el año entrante un hecho de mayor significancia emocional; por ejemplo, la graduación de un hijo o hija en la primaria o la secundaria, un viaje fuera del país, la jubilación, una boda, entre otros.

Estos resultados, desde luego que no tienen la mayor rigurosidad, pero permiten generar una reflexión sobre varias aristas. Una es que el umbral de futuro es muy corto en nuestra sociedad. Esto implica que se está viviendo al día a día con una mínima expectativa de construcción del futuro. Las implicaciones de esta actitud inmediatista, de este modo de vida afloran. El endeudamiento con tarjetas de crédito para consumo, bajo ahorro familiar y en las organizaciones, sueño sacrificados, demanda de subsidios al Estado, alta tensión en las personas, triples jornadas de trabajo, entre otras señales. Esta vivencia diaria nubla la visión del futuro.

Esta condición llevada a la persona, a la familia, al país, a la empresa las expone un alto riego de retroceso, quiebra, estancamiento, entre otras afectaciones. Pero también a nivel de las personas a enfermarse, ansiedad generalizada, depresión, atentados contra la vida.

Por ello, y como bien lo planteaba Viktor Frankl, es un imperativo del ser humano individual y colectivamente proyectarse en el futuro. La visualización de una imagen de futuro que nos espera nos da la fuerza emocional para sacrificar presente por alcanzarla; pero, además, la disciplina que se desarrolla avanzando hacia el futuro superando las distracciones del día a día nos da fortaleza para alcanzar otras metas de mayor jerarquía, nos da confianza, nos plantea un futuro optimista; y, en el fondo, nos crea nuevos hábitos.

Para reflexionar sobre el futuro de la mejora manera, habremos de iniciar con trabajar sobre las preguntas clave: ¿quién soy?, ¿por qué existo? y ¿para dónde voy?

Juan Carlos Mora Montero

Planificador






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