"Private Equity" Una apuesta para dinamizar economías emergentes
Ivannia Méndez ivannia.morales@cr.gt.com | Martes 14 marzo, 2023
Ivannia Méndez
Consultor Externo
Grant Thornton
Para nadie es un secreto que en nuestro país la financiación no bancaria de pequeñas y medianas empresas está en niveles muy inferiores al de países desarrollados. Para remediar esta situación, con la mira puesta además en acabar con la crisis económico-financiera, otros mercados han buscado reducir los costes de la intermediación financiera con el desarrollo de distintas medidas, entre las que destaca la potenciación del capital riesgo.
El capital riesgo puede definirse, con carácter general, como una actividad financiera consistente en proporcionar recursos a medio y largo plazo, pero sin vocación de permanencia ilimitada, a empresas que tienen dificultad para acceder a otras fuentes de financiación, como el mercado de valores o el crédito bancario. En puridad, y sin perjuicio de la definición antes referida, debe distinguirse entre operaciones de capital riesgo en sentido estricto (venture capital), relativas a la inversión en las etapas iniciales de una actividad empresarial y proyectos de expansión, y operaciones de inversión en sociedades con un mayor grado de madurez (buyouts).
Así las cosas, el término anglosajón que mejor reflejaría la realidad económica subyacente a las actividades de capital riesgo sería el de"private equity";, término que englobaría tanto a las operaciones de venture capital como a los buyouts.
Si bien el private equity responde a un esquema negocial plural, en el que se superponen distintos negocios que no vamos a analizar, a grandes rasgos podemos identificar que genera beneficios tales como: facilitar las reorganizaciones empresariales, proveer una vía de solución a los problemas de sucesión empresarial, mayor generación de valor para el accionista de la sociedad adquirida, una mayor disciplina de gestión en empresas usualmente sobrecapitalizadas, unificación de los intereses de la propiedad y la gestión, reduciendo costes y mejorando la administración en un marco de reestructuración de empresas, entre otros.
De este modo, podríamos identificar como características clave del capital riesgo las siguientes:
i. Proporcionar a las empresas recursos a medio-largo plazo a través de su participación en los fondos propios de las mismas, así como la concesión de préstamos participativos y obtención de otras formas de financiación.
ii. Vocación de permanencia limitada en el tiempo.
iii. Foco en empresas no financieras y no cotizadas (aun y cuando en los últimos tiempos este esquema
ha variado).
iv. Financiar principalmente etapas de arranque, expansión o reestructuración.
v. Buscar crear valor en las compañías.
En definitiva, el capital riesgo se configura como una fuente de financiación ventajosa respecto a la financiación bancaria, puesto que las entidades de capital riesgo están dispuestas, entre otras cosas, a participar financieramente en la empresa, mejorando su imagen y permitiendo la obtención de financiación adicional mediante endeudamiento. Y es que, más allá de las definiciones legales del capital riesgo, este también puede ser entendido como una modalidad de inversión que se caracteriza por la existencia de un inversor profesional, quien además de invertir recursos económicos aporta conocimiento y contactos e invierte en compañías de elevado potencial de crecimiento a través de la compra de participaciones societarias (normalmente minoritarias), con la expectativa de obtener -a corto o medio plazo- plusvalías que en gran parte resultarán de la venta de dicha participación o de los dividendos percibidos.
Pareciera en consecuencia que la figura en cuestión tiene especial relevancia en economías emergentes como la nuestra, donde existe un recurso humano con altos índices de preparación académica, estabilidad política, emprendimientos que adecuadamente gestionados podrían ofrecer rentabilidades adecuadas y generación de empleo, necesidad de un régimen financiero más flexible para pequeñas y medianas empresas; elementos todos que nos llevan a considerar que el país podría resultar un nicho de mercado muy atractivo para el "private equity".