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Prioridad: ¿Déficit fiscal o paz social?

Claudio Alpízar redaccion@larepublica.net | Jueves 19 mayo, 2016


Para solucionar el déficit fiscal se requiere más que una calculadora en mano, de igual manera que para gobernar se necesitan aptitudes especiales que no todos poseen

Prioridad: ¿Déficit fiscal o paz social?


La respuesta fácil es escoger una de las alternativas. Los economicistas y empresarios se decantan por el déficit fiscal, mientras los sindicalistas se abrigan en el escudo de la paz social. En algo coinciden: no meditan las consecuencias y anteponen sus mezquinos intereses. La repuesta políticamente correcta —de un estadista— sería corregir parsimoniosamente la primera sin provocar agravios a la segunda.
Los costarricenses no se caracterizaban por el resentimiento con el rico hasta que se incrementó la desigualdad. No es la pobreza la que genera inseguridad, es la indignación por la desigualdad. Hemos aumentado la riqueza macroeconómica y a la vez a los pobres en números absolutos. Fórmula fiscalmente errática y poco viable para generar paz social.
Le invito a darle un ojo a Venezuela, donde una clase política sin visión y servil se alió con los poderosos para incentivar la desigualdad social; destrozó a la clase media, aumentó los pobres y provocó una alianza de resentimientos para llevar al chavismo a desgobernar y provocar un deterioro peor. ¿Quieres eso para Costa Rica?
Algunos diputados son mensajeros de esos intereses mezquinos que buscan mantener privilegios en forma irracional, cuando urge un acuerdo de intereses que asegure la solidez de un sistema democrático equitativo, basado en más garantías sociales para todos y con márgenes de libertad para la sana superación de los más ambiciosos.
La democracia tiene dos defectos: lenta al decidir y onerosa en su mantenimiento, pero es el mejor sistema. En el déficit fiscal nuestros gobernantes han sido irresponsables por años, no es justo apresurar a la Administración Solís, la menos culpable de los padecimientos, pero también la políticamente menos capacitada para tomar decisiones.
Intentar establecer reglas fiscales sin mejorar los ingresos del Estado es más que una camisa de fuerza para el Gobierno, es bomba de tiempo para desestabilizar la paz social. Para solucionar el déficit fiscal se requiere más que una calculadora en mano, de igual manera que para gobernar se necesitan aptitudes especiales que no todos poseen.
Si de reglas se trata, la Constitución (Artículo 176) establece desde 1949 que “en ningún caso el monto de los gastos presupuestados podrá exceder el de los ingresos probables”, desde entonces ningún gobierno lo cumplió. Hoy aplicar esta regla a rajatabla provocaría un caos social que obligaría a prescindir de funcionarios públicos o cortar y desfinanciar programas sociales. Es lo que hace el presidente Temer en Brasil, es la prostitución de la racionalización del gasto estatal.
Los errores del pasado los hemos de apechugar y corregir paulatinamente, pero de inmediato al sector público se le debe aplicar una reforma administrativa profunda con reglas de cumplimiento en metas y objetivos. Los funcionarios públicos con responsabilidad deben mejorar la percepción nacional que tanto los desprecia, generando mayor calidad y compromiso con sus funciones.
Con Costa Rica no se juega. Esta frase rige tanto para el gabinete de la Administración Solís, como para los partidos políticos que la adversan, las cámaras empresariales, los sindicatos nacionales y para cualquiera que se precie de amar a la patria. El déficit fiscal no puede ser visto como un asunto mecanicista y matemático que esté distante e ignorante del objetivo fundamental de la democracia: la paz y la equidad social.
 

Claudio Alpízar Otoya
Politólogo

 

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