Presas por gusto
| Jueves 03 enero, 2013
Existen soluciones a mano para mejorar la calidad de vida de los conductores pero las autoridades no hacen mayor esfuerzo para implementarlas
Presas por gusto
La congestión vial que sufre la capital todos los días y a cada instante es por puro gusto.
Existen soluciones a mano para mejorar la calidad de vida de los conductores pero las autoridades no hacen mayor esfuerzo para implementarlas.
Dos reportajes elaborados por LA REPUBLICA en estos días dejan en evidencia que el problema no se resuelve por falta de voluntad política.
Una de las publicaciones, mostrada en la última edición del 2012, habla de que la “sectorización del servicio de buses es un sueño lejano”.
Ese proyecto es vital para despejar las carreteras ya que eliminaría, al menos a la mitad, el número de buses que ingresaría a la capital.
Para ello se crearía una sola ruta que sería la única que tendría acceso a San José.
Además rutas menores serían las encargadas de llevar los pasajeros desde los barrios hasta esa ruta principal.
Con eso se eliminaría el terrible tumulto que se sufre actualmente en el que todas las rutas de todos los barrios tienen acceso directo al casco central a toda hora.
Sin embargo, los encargados del Consejo de Transporte Público vienen posponiendo esa solución desde 1999.
La versión oficial apunta a que ha sido difícil poner de acuerdo a todos los empresarios autobuseros para crear una sola ruta principal y varias alimentadoras.
Pero los malpensados apuntan a que son razones políticas las que median para no poner en orden el asunto.
Sin embargo, ya no hay más excusas pues el próximo año vencen la mayoría de las concesiones de buses y ahí el Estado tendrá la facultad para ordenar el transporte de una vez por todas. Es el momento.
Otra solución a la que no se le ha puesto el interés adecuado es a la reparación y ampliación de las carreteras. Como se señala en el tema principal de la edición de hoy “La reparación vial avanza como tortuga”.
Desde 2008 el Banco Interamericano de Desarrollo aprobó $850 millones para mejorar las rutas, pero, a la fecha, solo se ha iniciado un proyecto por unos $100 millones.
El atraso es culpa tanto de los diputados, que tardaron dos años en ratificar el primer desembolso de recursos por $300 millones, como del Consejo Nacional de Vialidad que no ha podido transformar ese dinero en obras.
Pese a contar con recursos los conductores siguen condenados a circular por vías incómodas y en mal estado, lo que se traduce en altos gastos.
Se estima que en solo un mes, el hueco que se presentó en la ruta General Cañas, cerca del residencial Los Arcos, dejó pérdidas por unos $60 millones debido a los gastos adicionales en combustibles y tiempo perdido que se presentó.
Para apurar el paso y tratar de sacar al país de los últimos lugares del mundo en materia vial es necesario que el consejo rector dedique especial atención a la inversión de los créditos que tiene a mano para facilitarle la vida.
Si el gobierno no atiende esos problemas la congestión se volverá cada vez más inmanejable y las consecuencias económicas y de salud pública —por la contaminación y el estrés— se podrían salir de las manos.