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¿Por qué sigue mermando evaluación de Presidenta?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 25 enero, 2012



¿Por qué sigue mermando evaluación de Presidenta?

Ya hay más costarricenses que evalúan mal o muy mal las labores como presidenta de Laura Chinchilla que aquellos que estiman bien su desempeño; esto según la encuesta realizada por CID/Gallup este mes. ¿Por qué sería que ha caído tanto la evaluación de esta primera mandataria que llegó al poder hace menos de dos años? Fundamentalmente son tres las razones.
Primero, dos de cada tres habitantes consideran que no ha cumplido con sus promesas de campaña. Indagando un poco más, se pudo identificar uno de estos compromisos, el de reducir la delincuencia común, que está al fondo de la desilusión. Actualmente el problema principal del país, según los participantes en la encuesta, es la delincuencia; solo en los últimos cuatro meses más de 250 mil personas han sido víctimas de un robo o un asalto. ¡Reclaman por una solución y no perciben que haya respuesta!
En campaña Chinchilla destacó mucho sus credenciales como criminóloga y sus experiencias como viceministra de Seguridad; prometió que iba a hacer un esfuerzo sobresaliente para reducir el problema. Desde que llega al poder, manifiesta que no ha podido entrarle al desafío porque “falta presupuesto.”
Como dijo un encuestado en Guanacaste, “ella fue parte del gobierno anterior. ¿Cómo no se dio cuenta de esta falta de recursos cuando estaba fungiendo como vicepresidenta?”
Segundo, durante casi todo 2011 su esfuerzo principal fue dirigido a la aprobación de un paquete fiscal; pero no es el hecho de que buscó más recursos para el gobierno lo que provoca la caída en la evaluación de sus labores. Es el pacto con Ottón Solís, una persona sin puesto de elección popular, que desilusiona.
Un encuestado en San Ramón dijo “hace dos años no fue a Ottón al que elegimos. ¿Cómo puede él ahora dictar condiciones no negociables para aprobar una ley?” El pacto dio la impresión de que la Presidenta Chinchilla participó en una “jugada,” y después de todo la mayoría entiende que ella es la jefa de Estado, la máxima representante de la nación. No perciben como correcta su negociación con Solís.
El tercer factor que influye en la evaluación de sus labores es el “comportamiento” de ella, especialmente desde que haya cuestionamientos en los medios de su desempeño. Esta forma de comportarse y de comunicarse ha afectado las opiniones de ella como persona; siguen siendo más favorables que desfavorables, pero en “intensidad” más negativas que positivas.
En contraste a su estilo durante la campaña de 2009, ahora se oyen calificativos como “imperiosa,” “dura,” “antipática,” y otros similares. Una primera mandataria tiene el derecho de molestarse, pero en general debería proyectar calma, comprensión, y sabiduría. Si se nota inquieta con frecuencia, da la impresión de que “la camisa le queda grande,” algo que se oyó de entrevistados en Zapote y en San Isidro de El General.
Quedan más de dos años de esta administración y es probable que la mayoría de los habitantes quiera que sea exitosa. ¿Podrá la Presidenta cambiar de rumbo su administración? ¡Opino que sí puede!

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com


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