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Planes reguladores ¿obstrucción al desarrollo?

Natalia Díaz natdiaquin@gmail.com | Jueves 21 noviembre, 2019


Es muy frecuente, entre emprendedores y autoridades municipales, escuchar discusiones sobre la conveniencia o no de los planes reguladores de ordenamiento territorial en los cantones.

En algunos municipios donde no existen, claman por tenerlos; y en otros que sí los tienen, luchan por cambiarlos por obsoletos y limitantes del desarrollo local.

Algunos de esos planes fueron diseñados hace muchísimos años y están desfasados. En el cantón de Liberia, a manera de ejemplo, con todo y el crecimiento experimentado en los últimos 25 años y lo caro de los terrenos para construcción, no son permitidas edificaciones de más de tres pisos; esto atenta contra las inversiones habitacionales tipo torres multifamiliares y desalienta el auge de la construcción, una de las actividades que más mano de obra no calificada origina, reduciendo el desempleo.

El cantón de Moravia, otro ejemplo, tampoco escapa a este tipo de regulaciones anacrónicas. No se permiten construcciones residenciales ni comerciales de más de tres plantas. Y peor aún, en el distrito de San Jerónimo, el más explotable desde el punto de vista comercial y turístico, solo se pueden construir inmuebles cuando el tamaño del lote proveniente del fraccionamiento de parcelas exceda los 7000 mil metros cuadrados (algo descomunal). Por otro lado, siendo un distrito con enormes atractivos ambientales y de gran belleza natural, no es permitido otorgar patentes para hotelería, restaurantes ni bares.

Estas situaciones y las regulaciones del denominado “uso de suelo” en los diferentes cantones son verdaderos via crucis para los emprendedores. En la Ciudadela Leon XIII de Tibás, otra ocurrencia legalizada establece que no se pueden autorizar pequeños comercios como salas de belleza, ventanillas de comida rápida y otras actividades en las alamedas donde están las viviendas.

Todas estas pequeñas obstrucciones en los municipios impiden una reducción del desempleo, desincentivan la inversión, promueven la delincuencia y fomentan la aparición de la cultura de la clandestinidad, conocida como la economía informal.

Las futuras autoridades locales que resulten electas en febrero próximo, deberán considerar las reformas pertinentes para poner a sus respectivos cantones en la ruta de la reactivación. Mayor libertad económica y menos regulaciones es lo que necesitamos.









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