Permitirle dejar el aula le ocasiona un grave daño
| Martes 28 julio, 2015
En los libros no solo está el futuro de los muchachos, sino también la paz y la seguridad de un país
Permitirle dejar el aula le ocasiona un grave daño
Después de vacaciones de medio año, miles de estudiantes no vuelven a la escuela o al colegio. A veces por decisión de ellos mismos, en otras ocasiones son los padres quienes lo determinan de esa manera.
Pero cualquiera que sea el caso, se está cometiendo un grave error. Cuando la persona está en edad escolar, su lugar se encuentra en el centro educativo, y no en otro sitio, en donde se convierte en mano de obra barata.
En 2012, 37.762 estudiantes no regresaron a clases después del receso de julio, en 2013 fueron 17.579 los que no regresaron, y el año pasado el número fue de 13.826.
Aunque las cifras han descendido, siguen siendo altas y preocupantes, pues el ideal es que el 100% de los niños y adolescentes esté en las aulas. Además, la inversión que hace el país cada año por cada estudiante es grande y, si no regresa, eso se pierde.
Un estudio comparativo del Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) revela que nuestro país es el que tiene la inversión más alta en educación.
De esa manera, en un niño de preescolar se invierten anualmente ¢1,3 millones, en el de primaria ¢1,5 millones y en secundaria se invierten ¢2 millones por estudiante. Esa inversión en educación es creciente. En 2015 el MEP debe ejecutar un presupuesto de más de ¢2.188 billones que equivalen al 7,36 % del PIB.
A esta inversión que hace el Estado, la cual sale de su bolsillo como contribuyente, también debe sumarse el costo que tuvo para cada hogar la compra de uniformes, útiles, libros, los pasajes y la merienda de ese primer medio año.
Los estudiantes abandonan las aulas por problemas económicos, dificultades en el aprendizaje, falta de motivación académica, falta de estímulo en el hogar, a veces porque están siendo víctimas de acoso estudiantil, pero interrumpir este importante camino de la vida solo traerá más inconvenientes y frustración.
En los libros no solo está el futuro de los muchachos, sino también la paz y la seguridad de un país. Por eso, usted, padre, madre o encargado, no interrumpa los estudios de su hijo o hija, tampoco le permita hacerlo. Por el contrario, estimúlelo o estimúlela, para que arranque este medio año con nuevos aires, con ilusión, con mucho ímpetu.
Por su parte, los educadores deben actuar y no dejar pasar ni un solo caso. No es un número, es una persona, con un motivo real que le obstruye el sentarse de nuevo en un pupitre y compartir con sus compañeros y compañeras.
Los centros educativos están en la obligación de velar porque se cumpla el derecho a la educación de cada niño, niña y adolescente. Si un menor se ausenta por varios días, hay que llamar o visitar el hogar, citar a los padres y, en último caso, poner la denuncia en el PANI.
Pero el acompañamiento al estudiante debe ser efectivo. Recuperarlo, traerlo de regreso, debe ser el objetivo inicial, pero ahí no acaba la tarea. Hay que escucharlo, atender su caso, buscar las herramientas necesarias, orientarlo, etc., para lograr su permanencia.
En esta tarea no solo debe participar el hogar, el centro educativo también es indispensable y estoy absolutamente convencida de que el retorno de cada estudiante nos traerá mucha satisfacción. Y ellos, en un futuro, comprenderán que lo mejor que pudieron hacer fue regresar a donde les correspondía: el aula.
Rocío Solís
Presidenta Comisión Costarricense de Cooperación con la Unesco