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Parlatica

Abel Pacheco apacheco@larepublica.net | Lunes 24 enero, 2011



Parlatica
P'arriba y p'abajo

En mi adolescencia pasaba largas temporadas en la selvática finca sancarleña de mi abuelito don Pacho, ubicada en “El Bajo de la Culebra”, llamado así por múltiples y frecuentes terroríficas razones.
Yo me sorprendía cuando alguno de mis amigos me decía “voy pa’bajo”, y se lanzaba a escalar el empinado potrero que conducía a pueblito de Buena Vista.
Tampoco entendía por qué, estando en la pulpería de aquel villorio alguien decía “voy pa’rriba” y emprendía el descenso cuesta abajo y frenando a talón chingo por los calinguerales.
Hoy sé, y don Arturo Agüero me lo confirma desde su diccionario de costarriqueñismos, que el campesino llama “arriba” al este, o levante, la zona donde el sol sube, y llama “abajo” al oeste o poniente, la zona recorrida por el astro rey del cenit a la línea del horizonte donde desaparece.
Hace sentido y me parece hermoso comparar nuestros desplazamientos personales con los movimientos del sol en su recorrido pero, como verán, existen también otras razones para que se produzca el fenómeno.
Nuestros antepasados en tiempos de la colonia eran pobres, de hecho paupérrimos, y preferían vivir aislados para no exhibir su miseria.
Su vestimenta era a veces simplemente elaborada con la corteza de mastate, a la manera aborigen, o bien varios miembros de la familia compartían por turnos un único traje, para “bajar” al pueblo de compras o a misa.
Y decían bajar porque, dada nuestra abrupta orografía, las iglesitas y tiendas se ubicaban en la llanura y nuestros abuelos construían su vivienda entre los cerros circundantes.
Pero reacios a mostrar sus pobrezas, limitaban en lo posible sus “bajadas”, a pesar de que en la visita hecha en 1711 por Monseñor Garret y Arloví, furioso excomulgó a nuestros huraños abuelos por no asistir a la iglesia con la frecuencia recomendada.
También por ley se les quiso obligar a construir vivienda y vivir en los pueblitos. Acatando las órdenes reales, construyeron casas en el cuadrante, pero siguieron viviendo aferrados a sus casitas monte arriba.
Cuando mejoró un poco la economía, bajaron finalmente las familias al llano, pero en la parlatica persistió la costumbr de decir “voy pa’bajo” si uno va al pueblo o al centro comercial, y “voy pa’rriba” si a la morada.
Es nuestra patria lugar de empinadas cuestas y las hay famosas como Cambronero, La Chinchilla, La Chanchera y muchas otras, pero la más difícil, la más empinada es la que hoy estamos todos subiendo... la cuesta de enero.
Ahí vamos trepando cortando gastos, pidiendo créditos, rompiéndole el chancho al güila.
No gastemos aliento en refunfuñar y pensemos que hay personas cuyo destino hoy las hace ir más bien como Gardel, cuesta abajo.
Así pues resígnese y ¡Soque! que esta vez la cosa sigue empinada aún después de superado enero.

Abel Pacheco

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