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¿Otra vez lo mismo?

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 18 agosto, 2011




¿Otra vez lo mismo?

“Si queremos ver lo que no hemos visto, tendremos que hacer lo que no hemos hecho”. Este refrán reta a las organizaciones que repiten historias de fracasos a romper sus círculos viciosos. La inteligencia debe abrirse paso para dilucidar lo que hace falta para reorientar secuencias de decisiones equivocadas.
Un verdadero “proceso” de desarrollo de un equipo inicia en el modo de pensar de quienes marcan su rumbo. Aprender de los aciertos y errores evidencia sensatez, madurez y compromiso con metas por encima de agendas personales.
Ese aprendizaje implica evaluar experiencias, apreciar los buenos pasos y obtener lecciones de los desaciertos; pero deben ser analizadas en detalle, despojándose de vanidades, cortinas de humo y paradigmas mentales. “No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos,” señala Albert Einstein.
Quienes han tomado las decisiones que no han conducido a lo esperado, deben ser los más interesados en rectificar y lo lograrán si poseen grandeza de pensamiento, humildad, desprendimiento y si dejan de buscar solo en otros las razones de las crisis. Esto requiere visión, amplitud de criterio, discernimiento para evaluar a fondo lo ocurrido y buscar otras soluciones aparte de nombrar a alguien más que se haga cargo del liderazgo para esperar resultados diferentes.
Se progresa si al menos se responden preguntas como las siguientes y se trabaja al respecto: ¿Qué pasaba cuando las cosas iban bien? ¿Qué decisiones o actitudes provocaron el descarrilamiento del equipo? ¿Qué debió haberse hecho diferente? ¿En verdad se escuchó a todos los actores, o prevaleció la “verdad” de alguien sin conocer con apertura la de los otros? “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, insiste Einstein, para advertir sobre la disputa entre egos que evita un real crecimiento.
Es difícil llegar lejos si no todos los protagonistas están mirando en la misma dirección. No hay mejor receta que el diálogo constante, el respeto, la confianza, el sumar a quienes se necesite, y el exigirse mutuamente comportamientos que llevarán el equipo al éxito. Desde la alta dirigencia se debe pregonar con el ejemplo la transformación que se desea ver.
Finalmente, como sentencia Einstein: “Locura es hacer una y otra vez lo mismo y esperar resultados diferentes”. Entonces: ¿Quién y qué debe cambiar en su organización para que todo mejore?

German Retana
german.retana@incae.edu








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