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Oportunidad económica para la mujer: un buen negocio

Anabel González | Martes 08 marzo, 2016


Oportunidad económica para la mujer: un buen negocio

Alcanzar la equidad de género y el empoderamiento económico de la mujer es, además de un imperativo moral y social, un buen negocio.
Un estudio de McKinsey Global Institute estima que si todos los países lograran alcanzar el nivel de progreso en equidad de género de la nación más avanzada de su región, el Producto Interno Bruto global anual podría aumentar en hasta $12 trillones en 2025.
Las últimas dos décadas han visto un progreso significativo en elevar los estándares de vida y cerrar la brecha entre hombres y mujeres, especialmente en salud y educación.
La expectativa de vida al nacer ha aumentado de forma paralela a la reducción de la mortalidad materna, mientras que cada vez hay menos diferencias entre niños y niñas en el acceso a la educación primaria.
Estas ganancias, aun cuando importantes, ocultan diferencias entre países y regiones y no son suficientes para poner a niños y niñas en posición de igualdad para acceder a las oportunidades económicas.
En muchos países, menos niñas que niños concluyen la secundaria y en la educación universitaria las mujeres están subrepresentadas en ingeniería, manufactura, construcción y ciencias. Ello contribuye más adelante a diferencias de género en materia de empleo, productividad e ingresos.
Cada vez más mujeres participan en actividades económicas más allá del trabajo no remunerado del hogar. Sin embargo, la inequidad de género en el mundo laboral es persistente y se manifiesta en distintas dimensiones.
Globalmente, la participación de la mujer en la fuerza laboral ha decrecido del 57% en 1990 al 55% en 2013. Además, existen grandes diferencias entre hombres y mujeres en el tipo de trabajo que desempeñan, en los ingresos que perciben, así como en acceso al financiamiento y a la tecnología.
En Costa Rica la participación de la mujer en el mercado laboral ha sido históricamente baja, incluso para la región latinoamericana, rondando alrededor del 50%.
Más aún, los niveles de desempleo han estado consistentemente por encima del promedio. El porcentaje de mujeres en edad de trabajar que están generando ingresos es inferior al 40% y las jefas de hogar en condición de pobreza enfrentan condiciones todavía más duras.
Un factor relevante para explicar las diferencias en acceder a las oportunidades económicas es el porcentaje de tiempo que hombres y mujeres asignan al trabajo remunerado y al no remunerado en el hogar y al esparcimiento.
La brecha de destrezas, la segregación ocupacional, la carencia de servicios de cuido de niños y adultos mayores, límites para movilizarse y transportarse, y restricciones legales y sociales restringen la participación de la mujer en la fuerza laboral.
Más aún, como el ingreso al mercado de trabajo coincide en muchas sociedades con decisiones sobre matrimonio e hijos, con frecuencia las mujeres se enrumban en una trayectoria de baja productividad, dificultando el reenfoque hacia actividades más productivas.
Si las cosas se mantienen al ritmo de hoy, el Foro Económico Mundial estima que se necesitarían 118 años para cerrar la brecha de género. De ahí la necesidad de actuar deliberada y decididamente.
Las acciones deben centrarse en mejorar la dotación de recursos humanos, en particular en lo que se refiere a salud, educación y protección social.
Pasa también por remover las limitaciones para que las mujeres puedan acceder a más y mejores empleos y por derribar las barreras para que las mujeres tengan la propiedad y el control de activos como tierra, vivienda y tecnología.
Finalmente, es necesario fortalecer la participación de las mujeres en la discusión pública y la toma de decisiones, así como apoyar la reducción de la violencia de género.
Esta agenda requiere la labor concertada de gobiernos, empresa privada, sociedad civil y organismos internacionales. No es sencillo llevarla adelante, pero es factible.
El premio es muy valioso: sociedades más balanceadas y más prósperas en las que hombres y mujeres vivan mejor.

Anabel González
Directora Senior en Prácticas de Comercio y Competitividad, Banco Mundial
Exministra de Comercio Exterior

 

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