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COLUMNISTAS


Nuestra salud

Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 13 septiembre, 2024


Pocos imponderables más importantes en nuestras existencias que nuestra salud. Pocas magnitudes más trascendentales y dramáticas en su desarrollo que la salud de los costarricenses ya que puede llegar a determinar el largo de su existencia misma. La calidad de nuestra vida depende de ella y de los medios para conservarla y restablecerla.

De la importancia central en nuestra vida de nuestra salud deriva que el Ministerio de Salud sea uno de los más importantes del Poder Ejecutivo y que desde la época del gobierno del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia tengamos una Caja del Seguro Social para cubrir costos de curaciones, hospitalizaciones y de las pensiones, asistencia de la invalidez, vejez y muerte de los costarricenses. La CCSS es la columna vertebral de nuestra estabilidad social, destruirla o debilitarla generaría una crisis sin precedentes.

Siendo así de importante a la población la salud no es difícil preguntarse por qué no se le da más importancia al ministerio y a la institución autónoma. Podríamos preguntarnos si ambas están encabezadas por profesionales especializados en administración de la salud de un país o en la administración de toda la amplia gama de actividades que van desde farmacia, pensiones y administración de hospitales entre otras cosas. Siempre los capitanes más diestros en batalla se dirigen a los frentes más difíciles.

La vida de millones de costarricenses depende de la buena gestión de ambas instituciones. Una abogada y quien fuera magistrada suplente en la Sala Constitucional dirige la más grande y compleja, la nada sencilla CCSS. El Ministerio lo dirige una doctora.

Los recursos presupuestarios asignados al Ministerio de Salud no son importantes, el Gobierno por otro lado, en su Ministerio de Hacienda no ha pagado las deudas que este sostiene con la CCSS a pesar de que el señor presidente de Costa Rica ha afirmado que está quebrada. ¿No pagar las deudas es acelerar su desaparición o no? Esa pregunta me lleva a otra: ¿Se quiere quebrar el modelo actual para privatizarla, para desaparecerla o para cambiarlo por otro? Creo que sería mejor ser más claros en los propósitos políticos para que todos estemos en la misma página discutiendo un asunto tan serio como éste con toda formalidad.

¿Queremos cambiar el modelo de pensiones del régimen de invalidez, vejez y muerte? ¿Qué cambios deseamos como país incorporar al modelo que tenemos y cómo deseamos hacerlo? ¿Deseamos cambiar el concepto de una CCSS administradora de hospitales por una CCSS compradora de servicios a hospitales propiedad del estado o de propiedad privada que le presten servicios de hospitalización y de medicina externa? No creo que sea prudente, que sea correcto ni recomendable no pagar las deudas del estado a la CCSS esperando un desenlace que nos conduzca a una gran crisis, para aprovechar la misma y forzar ese cambio deseado. Hay que recordar que nuestro país por su tamaño no admite cambios bruscos y que si estos ocurrieran podrían generar serios problemas de inestabilidad y violencia social.

No hay ningún tema de salud que no deberíamos discutir. No hay ningún planteamiento que el gobierno debería dejarse dentro de la manga. Hay que plantear modelos, plantear soluciones y darnos a conocer a todos los propósitos de salud de corto, mediano y largo plazo. Esto es necesario y urgente. Es muy necesario estudiar y discutir si más empresa privada en pensiones y en la administración hospitalaria es posible y deseable. Esta discusión no puede posponerse ni evitarse.

Que la tradición de esfuerzos solidarios y de bienestar social general se proyecten a futuro y que un estado de bienestar equilibrado y sostenible nazca de los fecundos diálogos a sostener. Seguir en pleitos y broncas no conduce a nada. Generar crisis profundas para introducir cambios es hacer sufrir a la población más débil lo que es indecible. El buscar desacreditar todo lo construido en el pasado por destruir a la clase política que nos ha gobernado no tiene sentido y las consecuencias de tales acciones serían un salto al abismo.

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