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N'sea Maje...

Abel Pacheco apacheco@larepublica.net | Lunes 31 octubre, 2011



PARLATICA
N'sea Maje...

Hace mucho tiempo un golfiteño me dijo que la palabra maje derivaba de un gringo rubicundo y de pocas luces, llamado Mr. Mahe, capaz de enredar la planilla más simple desde su cargo de “time keeper” en “Mamita Yunai”.
Conozco por aquellos hermosos lares a mucha gente y pregunté tratando de confirmar la historia sin resultado alguno, no era cierto.
Pero sí es verdad el uso frecuente de tal vocablo en México, donde se originó por cierto con feas connotaciones racistas al principio, pues el Diccionario Mexicano lo consignó como: “Nombre que se le da vulgarmente al indio en lugares del interior”.
Dichosamente en el suplemento la palabra pierde su inicial significado discriminatorio, y ya la define como equivalente de tonto y nada más.
Así pues, como tantísimos otros vocablos de la parlatica nació en aquella nación hermana y viajó istmo abajo vía el excelente cine por allá realizado en las décadas de los cuarenta y cincuenta.
También las canciones fueron vehículo dichostransportantes, y recuerdo muy bien el corrido “Oye vale” que nos canta: “No se te hace que por maje... Te hicieron guaje”. ¿Se acuerdan? El buen Cantinflas nos lo cantó entre otros.
Nosotros lo adoptamos, pero además le hemos agregado otros significados mediante el sistema aquí usado, bastante original, y según el cual las palabras cambian su significado según la entonación empleada al usarlos. Me han dicho que un fenómeno similar ocurre en el idioma mandarín (?).
Así, yo he oído decir: “Maje, que maje más maje es usted, maje”. En esta frase empleamos cuatro veces la palabrita pero, el primer maje es llamada de atención, como decir oiga; el segundo es equivalente de individuo o persona; el tercero mantiene el original significado de tonto; y con el último solo estamos diciendo amigo o camarada.
Cierto es que los ticos manejamos un tristemente reducido vocabulario. Hemos ido perdiendo la inmensa riqueza del castellano y debemos corregir este defecto. Pero tenemos recursos como el aquí descrito y aumentamos nuestro léxico cambiándole la entonación a las palabras.
Hasta el feo pero constante uso de hijo de “p”, es a veces imperdonable insulto y a veces amigable saludo (!).
Como se ve, hemos encontrado formas para superar nuestra ignorancia.
No somos tan majes...

Abel Pacheco

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