Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 06 noviembre, 2012

Dudar un segundo le costó el clásico al Alajuelense.
El titubeo, la indecisión, la paralización del cuerpo de Johnny Acosta no duró dos segundos.
De pronto el balón cayó como un globo sobre él y en lugar de arremeter y delimitar los límites de su territorio, se dobló como hojita de perejil.
Casi que a su espalda, el Tanque hizo honor a su mote.
Los tanques no tienen compasión y aplastan lo que se ponga por delante, los tanques son de choque. No piden permiso ni para matar, ni para pasar por encima de seres humanos, sapos o cucarachas.
El Tanque Castro hizo lo que mejor sabe hacer.
Chocar por la pelota y ganarla en buena lid; enseguida la depositó con clase en la red de Pemberton.
Acosta, con el roce perdido, se desbalanceó y cayó a la grama de forma patética. Brazos arriba, suplicándole al juez Hugo Cruz clemencia, su corto derrumbe antes de besar zacate, supuso también el derrumbe de su club.
A Vivo Quesada, Macho Agüero y Palomino Calvo, tres hombres de la retaguardia manuda de temporadas anteriores, jamás Jorge Alejandro Castro les hubiera hecho un gol como estos.
Vivo lo hubiera enterrado en el césped, Macho le hubiera cortado la cabeza y Palomino lo hubiera rasurado, untándole los tacos en el cachete.
Desde luego que no estamos promoviendo la violencia en el fútbol, pero lo que queremos dar a entender, quizá de forma exagerada, es que en esa zona donde cayó el balón que mandó Deiver Vega, deben mandar los defensas.
Es su territorio. Es propiedad privada, incluso para los tanques.
Y ojo con esta retaguardia rojinegra.
Oscar Ramírez la mantiene a pesar de yerros que se repiten un partido sí y otro también. No se anima o no se arriesga el técnico de la Liga a refrescar el plantel.
Kenner Gutiérrez apenas ha visto minutos y Ariel Soto, que se lució la temporada anterior como novato, está fumigado en la reserva.
Todos los atletas pasan por etapas grises; de pronto se vienen abajo en rendimiento; el bateador no batea; el goleador no golea y el lanzador se va a pique y pierde la zona de “strike”. Johnny Acosta no es un robot y no pasa por buen momento. Su desempeño ante los Tigres en Monterrey fue decepcionante. ¿Por qué no descansarlo mentalmente? El Machillo es reacio a las variantes y sus decisiones aumentan el malestar de los parciales erizos.
Aún no hay tormenta en Alajuela, pero está lloviendo fuerte.
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