Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Martes 20 septiembre, 2011
Mariano Rivera logró ayer su rescate número 602, una marca impresionante que lo convirtió en leyenda, en miembro seguro del Salón de la Fama y en rey de los juegos salvados.
Quienes hemos tenido el privilegio de estar sentados en el Yankee Stadium, por suerte, en más de una ocasión y hemos vivido, pero más que vivido, sentido personalmente ese momento, ese instante en que se abre la puerta del “bulpen” y sale el panameño a terminar la faena, una ruta que ha transitado infinidad de ocasiones para salvar 602 juegos de los Mulos, podemos asegurar que es un evento deportivo fascinante.
Los fanáticos de los Yanquis aman a Mariano; después de Derek Jeter el mimado, Mariano, mucho más que la pasión y lealtad que sintieron por Bernie Williams ya retirado y todavía por Jorge Posada.
Jeter, Rivera, Posada, Williams el cuarteto favorito de los seguidores de los Yankees.
¡Apague y vámonos!
Este es un grito de guerra de los analistas del béisbol de ESPN cada vez que Mariano Rivera entra a cerrar el juego; no dan ninguna opción al enemigo; suponen o dan por un hecho que los tres bateadores que usualmente se enfrentan al canalero, probablemente serán “ponchados”, gracias a ese lanzamiento demoniaco que tiene Rivera.
Precisamente el cerrador sacó en fila a los tres bateadores de los Gemelos en este histórico partido.
Rivera retiró en orden a Plouffe, a Cuddyer y a Parmelee. A este último lo ponchó tirando y el suceso convirtió el Yankee Stadium en un manicomio.
Aparte de buenísimos, los yanquistas tienen mucha suerte en los momentos supremos; gran parte de la temporada se la pasaron esperando el hit 3.000 de Derek Jeter y lo querían en el Yankee Stadium. Las cosas se dieron y el veterano campocorto lo pegó de la mejor manera: con un jonrón.
Ahora, Rivera salva el juego 602 de la mejor manera: con un ponche.
¡Son grandes e impresionantes estos Yankees!
Es muy bonito estar en el estadio, porque cuando comienza el juego y batea el rival, la “barra brava” yanquista que se sienta entre los jardines derecho y central, empieza a corear los nombres de los jugadores que están en el diamante.
Posaaaada; Texeiraaaa, Canoooo, Jeteeer, Rodríguezzz, Gardneeeer, Grandersooon, Swiiisher y cada jugador devuelve el grito con un gesto de cortesía. El más vacilón es Swisher, quien se quita la gorra y dibuja un par de piruetas en el jardín ante la algarabía de la multitud.
¡Gracias Mariano por la perfección de tu juego!
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