Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Lunes 14 julio, 2014

Terminó el Mundial de Fútbol y al universo no le queda más remedio que de nuevo empezar a moverse.
El espectáculo deportivo que presenciaron millones de personas en todo el planeta, paraliza por su emotividad, representatividad, nacionalismos y enconadas rivalidades, actividades prioritarias y relevantes en muchos países que pasan a segundo término, incluyendo las estúpidas guerras.
Alemania, que despedazó a Portugal en su juego de debut y trituró a Brasil en la semifinal conquistó la corona y en eso fue justa la competencia: la ganó el mejor.
Con pocos tramos de fútbol gris, los teutones fueron el equipo que practicó el mejor fútbol y le demostraron al mundo que cuando se trabaja y planifica con responsabilidad, el éxito está asegurado.
Bien lo expresó el técnico de los campeones Joachim Low: esta es la culminación de un trabajo de diez años; de manera que le costó a los disciplinados atletas germanos trabajar fuerte durante dos lustros para ver frutos y consecuencias.
Se puede perfectamente comparar lo hecho por los alemanes con su fútbol en diez años, con lo planificado por Costa Rica, desde que se firmó a Jorge Luis Pinto y se terminó con la irresponsabilidad de suspender los procesos.
El título para Alemania y la extraordinaria participación de Costa Rica en Brasil, es un NO rotundo a la improvisación; cada nación montó su propia gesta y las dos fueron protagonistas en la máxima cita del fútbol del planeta.
La competencia arrojó felicidades, contrastes, frustraciones y tristezas.
Fue el Mundial justo para Alemania, mágico para Costa Rica, maldito para Brasil.
Fue un Mundial inolvidable a pesar de no ganar la corona para argentinos, holandeses, colombianos, franceses, chilenos, mexicanos y otras poblaciones, que recibieron a sus futbolistas con honores por representar dignamente a sus naciones.
Fue el Mundial de los lunares; el más grande; el arbitraje; el más injusto: otorgarle a Lionel Messi el balón de oro, en detrimento de Arjen Robben, quien lo mereció de cabo a rabo; de principio a fin.
¿Qué pasó con Japón?
¿Qué sucede en el fútbol africano que ofreció tan escasa sorpresas?
¿Quién va a olvidar en el mundo a Keylor Navas y a James Rodríguez?
Pero sin duda lo mejor del Mundial en Brasil, fue que lo ganó la mejor de las selecciones presentes.
Ahora, lo de Costa Rica fue locura, los jugadores volcaron este país al revés y la proyección de sus hazañas estará por verse.
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