Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Viernes 28 agosto, 2009

Rodrigo Kenton se encuentra frente a uno de los partidos más trascendentales de su vida como técnico.
El sabe que la luna de miel con la prensa deportiva se terminó en alguna parte del camino; puede que en la Copa Oro; puede que en San Pedro Sula y con la prensa en contra, por consecuencia, se indispone a la afición.
Los dirigentes de clubes fueron benevolentes con el cuerpo técnico y le dieron los días que el estratega reclamó para preparar el partido. Con tiempo, entonces, prácticamente todo está en sus manos.
Ojalá el entrenador se ilumine y se llene de imaginación.
Más que un planteamiento táctico para imponerse a México, al equipo de Costa Rica le urge mucha imaginación; el cuerpo técnico debería imaginarse un partido y planificarlo y construirlo con los futbolistas que tienen esa difícil cualidad: ser imaginativos (los fantasiosos que llaman en Italia).
Porque no es difícil formar con una alineación tradicional que ya Javier Aguirre se la sabe de memoria: ubicar contra México a González o De Lemos; a Herrera, Villalobos, Umaña y Junior; a Alonso, Celso, Oviedo y Centeno y a Saborío con Ruiz, puede que sea una alineación adecuada, pero no tiene nada de imaginativa.
Le sería fácil, o poco complicado, al Vasco controlarla.
Personalmente me frustro cada vez que escucho la alineación de Costa Rica y sabemos de inmediato que se va a iniciar un nuevo partido con Alvaro Saborío como único atacante, metido allá arriba en solitario entre tres defensores rivales que se lo tragarán vivo.
Casi, y sin ser responsabilidad de Sabo, que la Sele empieza a jugar con diez.
Esta es una zona del equipo donde precisamente Kenton debería usar su imaginación e “inventarse” algo distinto; algo que pueda desconcentrar al técnico rival y tomarlo por sorpresa.
Por ejemplo, alinear en ataque a futbolistas que tengan fantasía; que sean, más que potentes físicamente; técnicos, dribladores, dominadores de pelota; inteligentes porque saben usar la panorámica del terreno de juego.
En otras palabras, para hablar con nombres y apellidos; descansar a Saborío y eventualmente a Froylan Ledezma o Alejandro Sequeira y formar en ataque con Bryan Ruiz y Cristian Bolaños, para ver si es posible disfrutar de algo distinto.
A la espalda de este par de habilidosos futbolistas, el cañón de Carlos Hernández, otra novedad en el equipo desconocida por Aguirre, que conoce la formación que presentó la tricolor en la Copa Oro y lo que suma la hexagonal, pero no conoce o distingue a fondo a estos otros futbolistas.
Citamos nombres con algún sentido y lógica, pero más que nombres, lo que le pedimos al cuerpo técnico es imaginación; mucha imaginación, un elemento que puede resultar clave y determinante para el compromiso.
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