Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Sábado 28 junio, 2008
¡Cayó Hernán Medford!
Es una buena noticia, incluso esperada.
Nunca pedimos su cabeza pero expusimos decenas de argumentos para que se la cortaran.
Analizar por qué lo guillotinaron ni vale la pena, ni tiene el menor de los sentidos. Lo único que ahora tiene sentido es la rectificación, aprender la lección y que las personas involucradas con la Selección Nacional trabajen más científicamente, es decir, con mayor seriedad.
Que trabajen como Joachim Löw, técnico de la selección de Alemania, de quien el periodista de EFE, Rodrigo Zuleta, analiza lo siguiente.
“Löw ha demostrado que tiene autoridad, incluso muy superior a la de otros entrenadores amigos de exhibirla permanentemente, pero que no se basa en explosiones de temperamento.
Löw, en primer lugar sabe lo que quiere. En segundo lugar, cada decisión que toma es la culminación de un proceso previo de análisis y de recolección de datos objetivos, que suelen dejar a algunos de sus interlocutores con la sensación de que se está ante una verdad científica.
‘En la liga inglesa hay un promedio de 1,5 toques de balón antes de hacer el pase; en la Bundesliga hay un promedio de tres toques antes del pase y eso hace nuestro juego más lento’, diagnosticó un día Löw, resumiendo sus conclusiones de un análisis fundamentado en la gigantesca base de datos de uno de sus asesores, Urs Siegentheler.
La conclusión era, naturalmente, que había que soltar el balón más rápido y buena parte de los entrenamientos se basaron en ello. Otro día puso a jugar baloncesto a los internacionales y se dio el gusto de explicar por qué.
‘En el baloncesto hay que evitar tocar el rival pero hay que estar cerca de él. En fútbol tenemos que aprender a hacer lo mismo para evitar faltas innecesarias’, dijo.
En parte, el carácter sistemático y metódico del trabajo de Löw, es en buena parte una continuación de la revolución iniciada en el fútbol alemán por su antecesor Jürgen Klinsmann. Pero ya durante la era Klinsmann, Löw y su obsesión por el detalle eran una parte clave de las transformaciones.
Ya entonces cada internacional alemán tenía un dossier con un programa de trabajo individual que debía absolver incluso durante los meses en que la selección no estuviese convocada, para corregir posibles carencias.
En algunos casos, las carencias tenían que ver con cuestiones físicas.
‘Algunos —explicó Löw—, en su momento, son rápidos pero les falta resistencia. En otros casos, el programa se dirigía a mejorar aspectos técnicos como la precisión en los centros o en los remates de cabeza’, indicó el estratega”.
O sea, la ciencia, la estadística, el vídeo, el detalle, la pasión de un técnico por su trabajo. La disciplina del fútbol estudiada y trabajada científicamente. Me pregunto si Hernán Medford hizo algo de esto, por ejemplo, después de perder con Perú, 40 días antes de jugar en Granada.
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