Nota de Tano
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 26 junio, 2008
No hemos pedido la cabeza de Hernán Medford únicamente por una razón.
Cortársela no soluciona el problema. Lo alarga.
Desnucarlo es ponerle un parche al tumor.
Si mañana pudiésemos fichar a Guus Hiddink, en un mes no podría poner a punto al seleccionado nacional porque cuesta muchísimo que un futbolista aprenda a jugar fútbol después de los 25 años.
Como periodista deportivo formo parte del círculo vicioso en que muere día a día el deporte preferido de los costarricenses, que transcurre a punta de accidentes (pésimos resultados) y colocación de curitas y Zepol en sus brazos y piernas.
Despedir a Medford y contratar a Joachim Loew no obrará el milagro en 45 días para que el fútbol costarricense, lento, previsible y mediocre hasta los tuétanos se reactive.
Opino y lo hago con dolor y lamento, que con Medford probablemente nos alcanzará para lo mismo de siempre; para lo mismo de siempre con excepción de Italia 90 y la eliminatoria mundialista a Corea y Japón.
Pasamos la primera fase; puede que pasemos la segunda (la cuadrangular es favorable) y puede que pasemos hasta la tercera. Luego iremos al Mundial y regresaremos con las manos vacías. No en vano llevamos dos participaciones consecutivas en mundiales, con cero avance.
Y, aunque Granada nos dio a entender que podemos quedar eliminados ante El Salvador, Surinam y Haití el punto medular no pasa por ahí.
Tampoco lo que suceda en la hexagonal.
Sigamos o no sigamos, puede que sí puede que no, el tema no pasa por el cuerpo técnico; el tema pasa más por los jugadores, bien, bien ralitos, de sexto mundo si los comparamos con quienes juegan la Eurocopa o actuaron anoche en el juego de ida de la final de la Copa Libertadores de América. Es en ese fútbol tan espantosamente feo que practican los millonarios jugadores costarricenses donde habita el tumor.
Digámoslo con otras palabras.
Ya estamos metidos hasta adentro del hueco eliminatorio; el círculo vicioso que mata al fútbol costarricense está funcionando a la perfección; errores graves de dirección técnica; inercia pasmosa de la dirigencia; amiguismo nefasto de gente cercana al entrenador, que no lo cuestiona para no herirlo (Watson, Jeaustin, Wanchope, Wright); prensa deportiva camaleónica y futbolistas de mínima calidad.
Ahí vamos todos de jupa a los tres partidos de rigor en Sudáfrica.
Y, en el “proceso” con todo el perdón a esta palabra, ni una sola decisión grande, monumental, trascendental para que digamos: hombre; se empieza a trabajar en la revolución.
O, acaso, ¿no estamos en vísperas del nuevo campeonato, tumor letal, progresivo e incurable de todos, absolutamente todos los males que padece nuestra Selección?
Si Li, Medford y Cordero lloran cuando nos golean por no tener un campeonato competitivo; no vamos acaso a otro idéntico? Entonces… ¿para que Hiddink por Medford?
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