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¿Nos "salvamos" del dólar?

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 24 agosto, 2011



¿Nos “salvamos” del dólar?

En los días después de la resolución del problema del techo de la deuda nacional de los Estados Unidos, hubo un par de economistas prominentes locales que, con cierta ironía, preguntaban en redes sociales si “¿todavía quedaba alguien que quería dolarizar la economía de Costa Rica?” La implicación era que como el valor de la moneda estadounidense se cuestionaba internacionalmente, “¡qué dicha que no nos embarcamos a convertirnos en economía dolarizada!”
La respuesta más concreta es que una cosa es el dólar y otra la “dolarización.” Si bien es cierto que la moneda estadounidense ha sufrido devaluación en su capacidad adquisitiva, sigue siendo la más sólida, la de mayor aceptación en el mundo, y tomando en cuenta que la mayor parte de las exportaciones del país se venden en la misma, seguirá siendo de mucha importancia en transacciones financieras del país por muchos años hacia el futuro. Nunca hubo un esfuerzo importante para oficialmente “dolarizar” (eliminar el colón como moneda en curso), y tomando en cuenta la situación fiscal nacional y la voluntad política de la mayoría no es algo que se pudo o puede esperar en años venideros.
Es interesante notar que “dolarizar” no es lo mismo como sería pasar a usar el euro como moneda oficial. Un país, como por ejemplo El Salvador, que dolariza no recibe ningún compromiso de ninguna índole de los Estados Unidos. Washington les vende el efectivo al precio marcado en el papel; es una exportación norteamericana que hasta un cierto punto es un préstamo dado por los salvadoreños, donde no reciben intereses y nunca amortizan. En contraste cuando los griegos y los irlandeses adoptaron el euro, hubo compromiso del banco central europeo de apoyar a sus países en momentos de crisis. El meollo de la crisis europea es que hay cinco países que quieren que los alemanes y franceses les saquen de un apuro sin tener que implementar reformas internas.
Si Costa Rica dolarizara, estaría imponiéndose una especie de “camisa de fuerza” que no permitiría manejar el gobierno con la mitad del presupuesto “prestado” en colones, que no permitiría convertir las divisas generadas internacionalmente a la moneda nacional y controlar, dentro de límites, el valor aplicado a las mismas. Si se mandaran bonos a la Caja para cubrir las cuotas gubernamentales tendrían que estar denominados en dólares y probablemente serían negociables.
Algunos economistas que estudian la situación de El Salvador consideran que el hecho de que esté dolarizado es una razón principal porque la economía no ha crecido en años recientes y porque ha enfrentado desafíos especialmente importantes cuando ha querido confrontar la crisis financiera mundial. Una herramienta que tienen los demás, la moneda nacional, no la tiene el gobierno ubicado en San Salvador. Ese tiene limitaciones fuertes en cuanto a su capacidad de hacer inversiones, aumentar planillas, financiar instituciones, y en momentos de recesión como la de 2008 y 2009, sencillamente quedó la administración de turno sin capacidad de maniobra.
En contraste, Costa Rica mantuvo su moneda, y, a merced de un fuerte aumento en el gasto público durante la administración de Oscar Arias, logró mantenerse relativamente estable. El tipo de gasto público en que incurrió Arias y su administración ha sido controversial, pero no hay duda que fuera efectivo para minimizar el desempleo.
¡No nos salvamos del dólar, señores! Pero el hecho que nunca abandonemos el colón ayuda a poder manejar la economía de forma más provechosa.

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com

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