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No hay que estar loco para fundar una empresa

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 30 octubre, 2015 12:00 a. m.




No hay que estar loco para fundar una empresa


¿Los emprendedores están locos? La pregunta, sin duda, se ha planteado. Los costos de una vida al frente de una start-up pueden parecer demencialmente altos. Hay que renunciar al salario y los beneficios, comer pizza en casa y compartir apartamento hasta entrados los 30. Nunca se tiene un día de descanso. Uno vive con el riesgo constante de que todo se desmorone a su alrededor y se quede sin empleo, sin ingresos y con una mancha en el currículum.
Los economistas desde hace mucho consideran que estos costos son demasiado altos para una persona que sea normal y racional. Barton Hamilton de la Universidad de Washington descubrió en 2000 que los ingresos medios de un emprendedor eran 35 por ciento más bajos que los del trabajador asalariado medio. Un equipo de economistas de la Universidad de Chicago determinó en 2002 que el retorno financiero de la actividad emprendedora en promedio no es mejor que el retorno de colocar el dinero en la bolsa de valores.
Esto hace que la decisión de fundar una empresa parezca un poco irracional. Los emprendedores al parecer obtienen retornos promedio más bajos con un riesgo mucho más alto –algo que, según los economistas, nunca hacen las personas normales y racionales-.
Muchos han intentado explicar por qué las personas se lanzan a crear una start-up pese a estos deprimentes resultados promedio. Puede que sean irracionales y exageren sus probabilidades de éxito. Puede que las seduzca la pequeña probabilidad de obtener ganancias enormes, como con un billete de lotería. Puede que simplemente les guste el estilo de vida de dirigir una empresa. O puede que quieran averiguar si su idea favorita realmente funciona.
Estas cosas podrían ser todas ciertas, en especial en cuanto al tipo de persona que elige ser emprendedora. Pero un profesor de la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de California-Berkeley descubrió otro factor que quizá hasta ahora haya sido pasado por alto. Gustavo Manso se dio cuenta de que los beneficios de ser emprendedor van más allá de las chances de que la empresa tenga éxito. Fundar una empresa es una forma de experimentación que puede mejorar nuestras perspectivas en una etapa posterior de la vida, aun cuando la empresa fracase.
En su trabajo, Manso tomó en cuenta no sólo la situación actual de los emprendedores frente a la de los asalariados sino también sus ingresos a lo largo de la vida. Para someter su idea a prueba, Manso necesitaba datos de una misma muestra en diferentes momentos. Los obtuvo de la Encuesta Nacional Longitudinal de la Juventud de 1979, que siguió a los jóvenes durante unas tres décadas. Al comparar los ingresos de toda la vida de los emprendedores y los trabajadores asalariados, observó que los emprendedores en realidad ganaban más en promedio. Es cierto, el trabajo autónomo suele durar sólo un corto tiempo, quizá dos años en promedio: los que fracasan lo abandonan rápidamente.
Es más, Manso observa que los emprendedores experimentan una variación de ingresos –es decir, un riesgo- ligeramente superior al de las personas que viven con un salario. En otras palabras, la compensación entre el riesgo y el retorno de lanzar una empresa a lo largo de la vida parece bastante atractiva después de todo.

Bloomberg







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