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Lunes, 18 de marzo de 2024



EDITORIAL


No destruyamos más el sistema de salud

La buena salud es la base para educar a una población que se convierta en poderosa fuerza productiva. Lo contrario es un desastre que puede frenar y echar abajo cualquier economía

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 09 diciembre, 2010


Editorial 9 de diciembre 2010


El deterioro actual del sistema de salud de la Caja Costarricense de Seguro Social puede traer consecuencias que nadie desea para la población en general y para el sector productivo del país en particular.

La buena salud es la base para educar a una población que se convierta en una poderosa fuerza productiva. Lo contrario es un lamentable desastre que puede frenar y echar abajo cualquier economía.

Costa Rica optó desde la década de 1940 por contar con un sistema de servicios para la salud que junto a otros factores, como la educación, le permitieron a su población mantenerse saludable en términos generales e incluso alcanzar una expectativa de vida semejante a la de países desarrollados.

Ese sistema, no obstante, ha sufrido un considerable menoscabo, como lo puntualiza una nota de este medio el martes anterior. Muchos pacientes esperan hasta un año o más para un examen especializado o una cirugía por falta de camas, quirófanos, médicos especialistas y técnicos, entre otros factores.

La población, desesperada al ver que no se cumple con el servicio que necesita recibir a pesar de que patronos y trabajadores paguen sus cuotas al Seguro Social, acude en algunos casos a la Sala IV para hacer valer sus derechos y solo así logra la ansiada atención médica. Esto es una vergüenza nacional para un país como Costa Rica.

Otra faceta de la triste realidad es que la institución no cumple recaudando adecuadamente y permite la permanencia de morosos que le adeudan grandes cantidades de dinero, empeorando las condiciones antes mencionadas de su deficiente funcionamiento. Una vergüenza pública más que no debemos permitir que continúe.

Baste un dato de la nota antes mencionada, que evidencia la situación: en 1980 el sistema de la Caja contaba con 7 mil camas y hoy se redujo esa cifra a 3.800 a pesar del aumento poblacional.

En los últimos tiempos se ha querido mitigar de alguna forma el grave problema pero la realidad es que no se han tomado las medidas pertinentes, en profundidad y con la voluntad política necesaria, para que dé el resultado requerido.

Más allá de que continúe el desarrollo de la oferta privada de estos servicios, ya que la mayoría no puede pagarlos, hay que detener la pérdida de salud de la población porque ello deteriora en general la capacidad de los estudiantes y de la fuerza laboral, además de que niega un derecho vital. Nadie quiere ver esto reflejado en los indicadores. Es una situación que se ha pospuesto de gobierno en gobierno y que debe afrontarse sin más demoras.







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