No al próximo desastre
La vista gorda de las autoridades para otorgar permisos y el no cumplir su deber de recaudar y administrar bien traen consecuencias muy dolorosas y caras a la población
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 29 noviembre, 2010
Debemos aprender de experiencias como los deslizamientos ocurridos hace un mes, que cobraron la vida de 30 personas y dejaron sin hogar a muchos otros.
Pero aprender es provechoso cuando ponemos luego la voluntad al servicio de darle el mejor uso a lo aprendido.
El área metropolitana enfrenta un serio riesgo de que se presente una catástrofe similar a la vivida hace poco, pero las autoridades no parecen estar ajustando sus prácticas de control para evitar los daños de un próximo desastre.
Una nota de este medio hoy señala cómo “los ministerios de Vivienda, de Transportes y de Ambiente con la asesoría de la Comisión Nacional de Emergencia trabajan en la aprobación y aplicación de un plan regulador del desarrollo para toda el área metropolitana, el cual señalaría las zonas peligrosas y restringiría los abusos que se viven hoy, pero ha pasado casi una década desde el inicio del proceso, y todavía no se cumple”.
Casi ninguna de las municipalidades potencialmente afectadas cuenta con plan regulador propio que restrinja el desarrollo inmobiliario en zonas de riesgo, mientras se aprueba el plan maestro.
Permitir que se construya casi sin control beneficia a algunos y a los intereses de quienes buscan quedarse en las posiciones políticas, congraciándose con los electores, aunque eso tenga un efecto riesgoso a largo plazo, han dicho los críticos.
Pero los costarricenses están aprendiendo. Ya han visto cómo la vista gorda de las autoridades para otorgar permisos que no debían y el no cumplir su deber de recaudar y administrar bien para disponer de recurso humano calificado al cual obligar al cumplimiento cabal de sus funciones de control, pueden traer luego consecuencias muy dolorosas y caras a la población.
Costa Rica tiene todas las posibilidades de evolucionar hacia un país más ordenado, previsor y con gobernantes nacionales y locales dignos y capaces de darles nueva vigencia a las palabras altruismo y probidad.
Pasar de un Estado permisivo y débil, que incumple los controles, lento y poco transparente, a uno fuerte, responsable y eficiente, que se preocupe y ocupe por mejorar la calidad de vida de los habitantes, es algo que puede traer mucho éxito y prestigio a las autoridades, solo que, en este caso, por haber demostrado la capacidad y voluntad para hacer lo correcto. Un capital invaluable, que no necesita publicitarse, para obtener votos en una elección, nacional o municipal.