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Viernes, 26 de julio de 2024



EDITORIAL


No más dramas turbios

Costa Rica tiene muy baja nota en otorgamiento de concesiones y en controles a su posterior cumplimiento. Y ya hay un clamor por que se hagan cambios que incluyan la eficiencia y la transpare

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Viernes 12 junio, 2009


Editorial


Los turistas que llegan a Costa Rica por el aeropuerto de Liberia se sentirían mejor recibidos si pudieran hacerlo por una terminal con adecuadas condiciones, sin importar pequeñeces internas del país como cuál administración sea la que inaugure las obras. Eso tampoco les interesa a los empresarios, quienes lo que anhelan es contar con la nueva infraestructura que tanto necesitan. Sin embargo, Costa Rica tiene muy baja nota en materia de otorgamiento de concesiones y en controles a su posterior cumplimiento. Y este gobierno no ha dado los pasos necesarios para solucionar el problema de fondo: la ineficiencia, falta de transparencia, desactualización y entrabamiento del Estado, que están en la base de este y otros problemas. Muchos costarricenses miran ahora, con el escepticismo que es lógico tener, la posibilidad de un nuevo proceso para otorgar en concesión la ampliación del aeropuerto de Liberia. Mientras el Gobierno asegura que todo se hará a extraordinaria velocidad para que pueda ser inaugurada la obra por esta administración, conocedores y desconocedores en la materia se preguntan, como se lo interroga LA REPUBLICA en una nota del jueves, con cuál “varita mágica” se pensará “tocar” el asunto porque considerando lo que falta por hacer y el tiempo restante, las cuentas no salen. La selección de a quién se le adjudicará la obra fue en noviembre de 2008 y a estas alturas ni se ha firmado el contrato con esta empresa, grupo Coriport, en la cual tiene intereses también Houston Airport System Development Corporation, a quien se le permitió asumir la pesadilla generada por la concesión a Alterra que no logró nunca modernizar el aeropuerto Juan Santamaría a pesar de cuatro años y medio de atraso. Sin duda, nadie quiere más pesadillas de este tipo. Hay una Costa Rica, ya menos incauta, que clama por que se hagan cambios que incluyan la eficiencia y la transparencia. Si los costarricenses están conscientes de la existencia de un Estado ineficiente y entrabado, con mayor razón lo está un Gobierno cuando asume la tarea. No obstante, no hemos visto que se haya hecho lo necesario para modernizar y hacer eficiente al Estado, cuya consecuencia hubiera sido la agilización de todos estos procesos, hoy convertidos en turbios dramas. Es claro que la tarea tiene costo político, pero no hacerlo también.









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