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Nicolás el intolerante

Tomas Nassar tnassar@nassarabogados.com | Jueves 02 septiembre, 2010



Vericuetos
Nicolás el intolerante


El pensamiento de Francois-Marie Arouet (1694-1778), Voltaire, impregnó de tal manera el Siglo de las Luces, que muchos llaman al XVIII como “El siglo de Voltaire”.
Una de sus obras más emblemáticas, que recoge su pensamiento burgués, liberal y religioso pero anticlerical, es el “Tratado de la Tolerancia”, surgido a partir del “crimen de Calas” cometido en Toulouse en 1762. Jean Calas, víctima de la intolerancia religiosa, fue culpado junto con su familia por el asesinato de su hijo Louis, quien en realidad se había suicidado. Convertido al catolicismo, la justicia atribuyó su muerte a las manos ensangrentadas de sus padres quienes habrían estrangulado a Louis para “complacer a Dios”. Crimen de intolerancia.
A pesar de las críticas de la ONU, la Unión Europea, el Vaticano y la propia iglesia francesa e incluso de su propio partido, el gobierno del presidente Sarkozy está ejecutando la expulsión de los gitanos rumanos y búlgaros, en una operación continua de vuelos chárter que llevan ya cerca de 18 mil “repatriados voluntarios”.
La Primera Secretaria del Partido Socialista francés, Martine Aubry, ha llamado esta especie de pogromo moderno como una vergüenza para su país, al tiempo que el clero le ha comparado con la persecución hitleriana a los judíos antes y durante la Segunda Guerra Mundial, por su carácter manifiestamente racista y xenófobo. No hay que olvidar que los gitanos fueron uno de los colectivos que sufrieron más durante el periodo en que el Tercer Reich intentó la locura de la purificación étnica.
Esta acometida de limpieza tiene, por supuesto, una connotación étnica. Nadie ha negado en el Gobierno francés que esté organizada y dirigida contra este colectivo, sin importar la condición y edad de sus miembros. No es un tema de delincuencia porque no todos los gitanos son gamberros, como tampoco lo serían los integrantes de cualquier otra agrupación humana.
La prensa internacional y organismos de derechos humanos denuncian las acciones de la administración de Sarkozy mientras el martes la Comisión Europea estudiaba en Bruselas la apertura de un expediente en contra de Francia por violar uno de los principios fundamentales de su Estatuto, el libre tránsito entre los países miembros.
La selectividad étnica llega poco después de que otro colectivo, el de las mujeres musulmanas, sufrió la prohibición de vestir el hijab en los centros de estudio, una disposición que nada tuvo de racional y menos de necesaria y sí mucho de intolerancia y odio religioso.
La Francia de la revolución de 1789, inspirada también por Voltaire, parece estar dejando de ser el ejemplo positivo que imbuía el espíritu de los principios que blandieron el estandarte de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Que los mecanismos internos de la Unión Europea sirvan para frenar este despropósito racista e irracional y permita al mundo recobrar la admiración por la Francia abierta y tolerante de siempre.
“He plantado con mis manos los cimientos de un enorme edificio. Era sólido y simple, todos los hombres podían entrar en él con seguridad. Ellos han querido agregarle los adornos más extraños, más groseros e inútiles. El edificio se derrumba por todos lados; los hombres toman las piedras y se las arrojan a la cabeza. Yo les grito: Deteneos, apartad esos escombros funestos que son vuestra obra y permaneced en paz.” (Voltaire).

Tomas Nassar

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