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EDITORIAL


Ni obras ni esperanzas

Las obras de infraestructura siguen en el plano de las promesas, y sobre la ansiada seguridad solo hay frases gastadas y poses en la campaña electoral

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 25 noviembre, 2009


Editorial


El sueño de tener un país con buena infraestructura sigue siendo eso en Costa Rica. Una ilusión que se alimentó durante un tiempo hasta comprobar que el modelo elegido, el de la concesión, fue un fracaso que convirtió la esperanza en pesadilla como el caso del aeropuerto Juan Santamaría. Tampoco se implementaron paralelamente otros trabajos menores por parte del Ministerio de Obras Públicas y Transportes, ni siquiera lo necesario para sacar a esa institución del estado de abandono y burocratización que sí se utilizó como excusa para justificar lo injustificable. Se dijo que era el sistema lo que no permitía avanzar pero nunca se propuso ni se llevaron a cabo las acciones para cambiarlo. Si algo no funciona hay que modificarlo desde el inicio para poder actuar. Una nota de este medio ayer nos hace un recuento de las obras necesarias que no se han realizado y la única acción que se nota es la de estudios y más estudios para definir qué se debe hacer. Pero lamentablemente con “estudios” nada más no avanza un país. Más bien hemos llegado al punto de sufrir, con muertos y heridos, las consecuencias de la pésima, insostenible situación de nuestros puentes. Algo con estudios hechos desde hace años. Pero a este panorama hay que sumarle que si se juzga por lo que dicen con su publicidad los partidos políticos en su afán por conquistar el poder, vamos a continuar en las mismas condiciones. La publicidad electorera solo emite frases vacías de verdaderos contenidos. Cuando se anuncia alguna de las ya famosas, por incumplidas, promesas de campaña, estas no se acompañan con información sobre con qué presupuesto y de qué forma se piensa llevar a cabo lo prometido. Se mencionan asuntos de menor importancia pero silencio absoluto sobre con cuáles recursos y de qué manera se piensa acabar con la principal angustia del costarricense hoy: su seguridad y la de su familia. Solo se reciben frases gastadas y poses al respecto. Mientras tanto, todos sabemos que sin seguridad ni siquiera la añorada infraestructura convertida en realidad podría borrar el factor negativo de la violencia y el crimen como desestimulantes para la economía nacional y para inversión extranjera.









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