Nayib Bukele presidente de El Salvador
Emilio Bruce ebjreproduccion@gmail.com | Viernes 22 noviembre, 2024
El Salvador y Costa Rica han sido dos países hermanados desde siempre. El trato entre nuestros países ha sido cordial, ha sido siempre amistoso y colaborativo. Hay en la historia compartida muchos casos relevantes dónde uno y otro han acudido en ayuda de la otra nación en momentos difíciles de sus vidas institucionales.
Siempre debemos recordar que la generosidad entre las personas como entre las naciones se agradece. Esto trasciende la buena educación para internarse en la solidaridad y apoyo mutuo entre pueblos. Cuando alguien necesitado comparte su pan en un momento nuestro de dificultad revela rasgos de grandeza que debemos recordar y reciprocar en el tiempo. Es importante recordar que los países no albergan sentimientos sino intereses, en eso estriba la política real.
Somos dos países muy diferentes, pero al mismo tiempo similares. Pertenecimos a la misma comunidad de España como parte del Reino de Guatemala, participamos en la Campaña Nacional de 1856 a 1857 como beligerantes en defensa de nuestras independencias. Formamos parte del Mercado Común Centroamericano, adoptamos el libre comercio y somos parte del CAFTA. Nuestra organización política es distinta como lo es nuestra organización comunitaria y nuestra vocación democrática. Somos diferentes, pero siempre hermanos.
Costa Rica se ha desmilitarizado claramente y El Salvador se ha militarizado de manera igualmente clara. En Costa Rica se respeta la presunción de la inocencia, parte constitutiva de los derechos humanos. En El Salvador hay miles de presos por sospechas, sin juicio, pruebas, ni tampoco debido proceso. No hay garantías legales en dicho país. En Costa Rica se ha privilegiado la justicia social, aunque desde hace unos años su índice de Gini se muestre desfavorable. El Salvador ha privilegiado la concentración de la riqueza y las proverbiales catorce familias, los catorcitos, eran en un momento los dueños del país. Diferentes, pero amigos. Diferentes, pero hermanados. Diferentes, pero solidarios uno con el otro.
La visita de estado del señor Nayib Bukele estuvo muy bien organizada y mejor ejecutada. El señor ministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica con habilidad lideró la parte costarricense hacia el éxito.
La Orden Nacional entregada al presidente Bukele fue de rigor y estilo y éste, el mayor honor de nuestro país a los mandatarios extranjeros, fue una muestra más de que Costa Rica quería rendir honores al presidente de El Salvador y brindarle una buena acogida, así como reconocimiento a la amistad entre ambos pueblos. Curiosamente no se ha hecho saber si la misma fue correspondida por el presidente Bukele a nuestro presidente Chaves.
Dada la emergencia que Costa Rica vivía en el momento de su visita debido a la tormenta tropical Sara que generó amplias inundaciones en el país, el presidente Bukele regaló víveres y suministros de urgencia a los damnificados. La ayuda llegó en un momento difícil y fue no solo oportuna y maravillosa, sino que digna de la gratitud nacional.
La llegada de militares desarmados y a bordo de aviones de línea comercial, para ayudar en el rescate de costarricenses no tuvo más que consecuencias positivas. La polémica que generó nos ofrece dos lecciones, la primera que nunca se soslaya el estado de legalidad de un país, aunque los motivos y propósitos sean buenos. El estado de legalidad siempre puede encontrar flexibilidad como ha sucedido con las visitas de otros mandatarios. La segunda que las discusiones políticas internas no se desarrollan en medio de una visita de estado sino luego de concluida ésta. Nunca se disputa frente a los invitados.
Los costarricenses debemos de aprender que nunca se mezcla la política partidarista con la política de estado. Nunca se critica a un jefe de estado visitante para criticar al mandatario propio buscando objetivos electorales. Claro está, el mandatario visitante debe de guardarse de criticar o de burlarse de la Corte y la Asamblea Legislativa que son dos de tres poderes que conforman nuestro gobierno.
Las ideas expresadas de la creación de una Liga, reminiscentes de una nueva República Federal Centroamericana no parecen convenientes, válidas ni apropiadas en estos momentos. Cada país ha seguido su camino diferenciándose de los otros y alcanzando resultados y cosechando frutos muy diferentes difíciles de armonizar entre todos.
A los hermanos salvadoreños que, necesitando igual que nosotros esos recursos nos regalaron comida y ayuda, nuestro agradecimiento imperecedero. Todo ello es muestra de su grandeza de corazón. Muchas gracias. Recordaremos su generosidad siempre y comprometerá la gratitud nacional y nuestra reciprocidad cuando se llegue el momento. Gracias hermanos.
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