Nadal abrazó la hierba
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 05 julio, 2010
Nadal abrazó la hierba
Ya no solo es rey de la arcilla; gana Wimbledon por segunda ocasión
El español Rafael Nadal, número uno mundial, ganó ayer su segundo título de Wimbledon al vencer al checo Tomas Berdych, decimotercero, por 6-3, 7-5 y 6-4.
El tenista manacorense disputó en la pista Central del All England Club su cuarta final en este Grand Slam, tercero de la temporada, que resolvió en 2 horas y 13 minutos.
Dos años antes en este mismo escenario, Nadal se saltaba a la torera todo tipo de protocolo para manifestar su euforia al arrebatar a un desolado Roger Federer su preciado trofeo. Era el 2008 y el balear hacia historia para el tenis.
Ahora, Nadal daba un paso más. Afianzó su magisterio en el césped inglés y abortó cualquier esperanza de su oponente checo, un novato en las grandes finales.
En un torneo donde la precisión es la llave del éxito, y donde dos puntos fácilmente pueden definir a un campeón, el mejor jugador hizo que lo complicado pareciera un juego de niños.
Ante un público extasiado, que entregaba sus ánimos claramente al balear –¬los "I Love you Rafa" comenzaron a sonar desde el segundo juego–, Nadal jamás dejó de exprimir un increíble abanico de recursos para frenar con contundencia los golpes planos de un Berdych impotente.
Al checo le faltó descaro, creatividad, y se quedó a las puertas aunque arrancó con algún alarde de brillantez.
Berdych quiso plasmar en la Catedral la efectividad con la que despidió del All England Club al mismísimo Roger Federer y al serbio Novak Djokovic. Pero frente a él tenía a un Nadal arrollador, un número uno que derrochó genio e ingenio.
El hombre que se ganó a pulso el papel de coprotagonista en el final de un cuento que tradicionalmente interpreta el helvético Federer suspendió ayer en golpes y erró en la auténtica batalla, la mental, crucial cuando el tipo que devuelve las bolas es Nadal. El mejor Nadal.
Aún no recuperado del esfuerzo, de la emoción, sus primeras palabras reflejaban su alegría: "Tras un año difícil, jugar una cuarta final y tener el trofeo ahora en las manos es más que un sueño", dijo.
Londres
EFE
Ya no solo es rey de la arcilla; gana Wimbledon por segunda ocasión
El español Rafael Nadal, número uno mundial, ganó ayer su segundo título de Wimbledon al vencer al checo Tomas Berdych, decimotercero, por 6-3, 7-5 y 6-4.
El tenista manacorense disputó en la pista Central del All England Club su cuarta final en este Grand Slam, tercero de la temporada, que resolvió en 2 horas y 13 minutos.
Dos años antes en este mismo escenario, Nadal se saltaba a la torera todo tipo de protocolo para manifestar su euforia al arrebatar a un desolado Roger Federer su preciado trofeo. Era el 2008 y el balear hacia historia para el tenis.
Ahora, Nadal daba un paso más. Afianzó su magisterio en el césped inglés y abortó cualquier esperanza de su oponente checo, un novato en las grandes finales.
En un torneo donde la precisión es la llave del éxito, y donde dos puntos fácilmente pueden definir a un campeón, el mejor jugador hizo que lo complicado pareciera un juego de niños.
Ante un público extasiado, que entregaba sus ánimos claramente al balear –¬los "I Love you Rafa" comenzaron a sonar desde el segundo juego–, Nadal jamás dejó de exprimir un increíble abanico de recursos para frenar con contundencia los golpes planos de un Berdych impotente.
Al checo le faltó descaro, creatividad, y se quedó a las puertas aunque arrancó con algún alarde de brillantez.
Berdych quiso plasmar en la Catedral la efectividad con la que despidió del All England Club al mismísimo Roger Federer y al serbio Novak Djokovic. Pero frente a él tenía a un Nadal arrollador, un número uno que derrochó genio e ingenio.
El hombre que se ganó a pulso el papel de coprotagonista en el final de un cuento que tradicionalmente interpreta el helvético Federer suspendió ayer en golpes y erró en la auténtica batalla, la mental, crucial cuando el tipo que devuelve las bolas es Nadal. El mejor Nadal.
Aún no recuperado del esfuerzo, de la emoción, sus primeras palabras reflejaban su alegría: "Tras un año difícil, jugar una cuarta final y tener el trofeo ahora en las manos es más que un sueño", dijo.
Londres
EFE