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Movimiento en contra de bebidas alcohólicas

Carlos Denton cdenton@cidgallup.com | Miércoles 16 junio, 2010



Movimiento en contra de bebidas alcohólicas


Los primeros vientos ya se sienten. La Organización Mundial de la Salud (OMS) está tratando el consumo de alcohol como un problema de salud pública; comienza a promover medidas para controlar más la venta y distribución de los productos de esta categoría.
El enfoque operativo que está tomando este organismo de las Naciones Unidas es el mismo que utilizó con el tabaquismo. Primero pide que cada envase lleve una advertencia sobre los peligros que implica el consumo de su contenido. Después insiste en que se incluyan advertencias en la publicidad. Luego vendrá la prohibición total de la propaganda. Después se establecerán restricciones sobre los lugares donde se permite el consumo del alcohol; separando los restaurantes en dos partes para citar un ejemplo. En este caso se establecería una sección de tomadores y otra de no tomadores.
Parte del programa antialcohol incluiría restricciones en las películas y los programas televisados de personas consumiendo las bebidas, y no se permitiría la promoción de estos productos en los conciertos y en actividades deportivas.
Parece difícil creer que pudiera tener éxito este movimiento, pero si uno evalúa la campaña antitabaquismo de las últimas dos décadas, hay que admitir que ha disfrutado de mucho éxito —¿por qué no ahora lo mismo con el alcohol?
Se puede esperar más resistencia en el mercado a la campaña antialcohol que la habida a la emprendida contra el tabaco. En contraste al tabaco, que fue un producto de venta tangencial para los comercios, hay muchos negocios en Costa Rica que dependen de la venta de bebidas alcohólicas como fuente principal de sus ingresos. Hay muchos restaurantes que perciben más de sus utilidades de las ventas de cerveza, vino y licores que de la comida que ofrecen. Mucha de la vida nocturna está íntimamente entrañada con la venta de estos productos.
Si un centro nocturno presenta música para sus comensales es casi seguro que están costeando en parte este servicio con la venta de bebidas. No pueden mantener el servicio de música si todos los comensales son abstemios.
Este intento de dar un trato igual a las bebidas alcohólicas como se ha dado al tabaco tiene sus limitaciones. El uso del tabaco es algo relativamente novedoso para el ser humano; los indígenas del hemisferio occidental lo usaban, pero no se popularizó en Europa hasta que Sir Walter Raleigh lo trajo y lo promovió a principios del siglo XVI.
En contraste, la Biblia relata que una de las primeras cosas que hizo Noé cuando se bajó del Arca fue sembrar uvas, fermentar sus jugos, producir vino y embriagarse. El consumo del alcohol ha sido parte del costumbrismo del ser humano desde que este inventó la agricultura.
Los fabricantes de productos de contenido alcohólico ya están conscientes de que viene esta campaña en contra del consumo de sus productos. Se celebran reuniones al más alto nivel para desarrollar estrategias frente a las iniciativas de la OMS. Estos aceptan restricciones más severas al consumo entre los menores de edad, y también han diseñado programas que inhiben la conducción de vehículos por motoristas tomados. Ya colocan las advertencias sobre los envases.
Ninguna de estas medidas ha afectado de manera importante el consumo per cápita de las bebidas. Queda por verse si se aceptarían otras medidas más drásticas que pudiera imponer el Estado en el futuro.

Carlos Denton
cdenton@cidgallup.com



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