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Medicina para Niños y Adultos

Humberto Pacheco humberto.pacheco@pachecocoto.com | Martes 14 septiembre, 2010



TROTANDO MUNDOS
Medicina para Niños y Adultos


El grave llamado de nuestro apreciado amigo Dr. Elías Jiménez Fonseca debe ser causa de gran preocupación para los costarricenses. Creíamos que las fallas monumentales en los servicios médicos de la Caja se circunscribían a los adultos, por lo que lo dicho por el Dr. Jiménez nos dejó perplejos. ¡Cuatro años para una intervención médica!
¿Qué es exactamente lo que le están dando a los costarricenses por sus significativos pagos mensuales? ¿Es que no tienen más derecho que a una larga espera y, en el mejor de los casos, a una cama en un pasillo abierto ó en un sucio salón colectivo? ¿Es que no se están dando cuenta de la estafa? ¿Cómo es posible que esto se extienda a los niños, en donde los atrasos tienen mucho mayor impacto y dolor?
¿Qué es lo hace que unos grupos políticos y periodísticos se empeñen en un sistema colapsado y superado de medicina social, con servicios brindados por el Estado, pésimo empresario y pésimo administrador, en el cual —como se vio recientemente en la Caja— los incrementos en el personal son del orden del 150% pero no así los incrementos en la calidad de los servicios.
¿Por qué empeñarse en mantener un sistema en que se consume la mayoría de los recursos que cotizan trabajadores y patronos en salarios y un deficiente suministro de servicios y medicamentos, desde instalaciones cada vez más desagradables, cuando hay mejores opciones? ¿Por qué privar a los costarricenses del derecho a escoger su médico y el hospital en quieren que los atiendan, sin un gran costo estatal en infraestructura y planillas recargadas?
La lógica dicta que el sistema adoptado por Chekia, un país estrella de la Unión Europea precursor en la materia, que hoy está siendo emulado por otros, sería lo mejor. En éste se da en concesión a los hospitales del sector privado, bajo parámetros claros y racionales, no en la forma amorfa en que manejamos ese tema en el país, todo lo que son servicios médicos. Esto requiere de tarifas establecidas para cada servicio, con plazos máximos de intervención y requisitos mínimos de calidad muy rigurosos, que incluyan mantener en el país todos los medicamentos y equipos requeridos so pena de perder la concesión.
Bajo este sistema el Estado sigue siendo la autoridad que da y quita concesiones, cobra cuotas (con una oficina pequeña y bien equipada), paga y supervisa los servicios (a los que desconocen el significado de la palabra supervisar les aseguro que se encuentra en el diccionario de la Lengua Española), y sanciona los incumplimientos. Pero no tiene que financiar la construcción muy costosa de hospitales y clínicas, que hoy está a años luz de lo que debiera ser y de lo que se merecen los costarricenses.
¿Sí el Estado no tiene que invertir en infraestructura ni pagar enormes planillas, y puede dar el mejor servicio médico a los costarricenses, qué parte es la que no entienden?
Claro, cuando la premisa básica es que al sector privado no se le de nada en concesión porque a lo mejor tiene ganancias, y eso pareciera ser malísimo (el perro del hortelano), en vez de centrarse en lograr los mejores servicios médicos posibles, los costarricenses seguirán siendo víctimas de grupos que se pueden pagar su medicina personal en hospitales privados pero que, por sostener un dogma, obligan a los demás a los malísimos y retrasadísimos servicios que todos conocen y que, gravemente, como nos explicó don Elías, ahora se extienden a los niños.
De verdad que cada pueblo tiene los servicios que se merece.

Humberto Pacheco
vikocr@racsa.co.cr

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