¿Lucha tempranera?
Bajo ninguna circunstancia se pueden criticar las pretensiones de los ciudadanos, máxime si estas se encuentran consagradas en la Carta Magna que determina el derecho a ser elegido
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Miércoles 28 abril, 2010
Es normal que el calor político electoral nunca ceda terreno; esto ocurre en cualquier democracia moderna puesto que quienes aspiran a ser elegidos buscarán siempre, de manera permanente, estar en actividad con el fin de tener presencia entre los ciudadanos.
En Costa Rica, en Estados Unidos, en España, en cualquier país que se precie de ser una democracia, esto ocurre y debe ser visto como normal, por lo que no debe sorprender a nadie que quienes aspiren, manifiesten públicamente sus intenciones; más bien se trata de la mejor decisión ante la alternativa que sería trabajar de manera solapada y negando estar en la actividad proselitista, lo cual finalmente resulta muy dañino pues se pierde credibilidad ante los ciudadanos.
Estamos a 45 meses de las próximas elecciones nacionales y al menos dos altos dirigentes del Partido Liberación Nacional —el actual ministro de la Presidencia, Rodrigo Arias Sánchez, y Antonio Alvarez Desanti— han manifestado, indirecta y directamente, que iniciado el cuatrienio de Laura Chinchilla como presidenta de la República, comenzarán de inmediato su actividad política electoral pues ambos desean representar a ese partido en los comicios del domingo 2 de febrero de 2014.
Hasta ahí todo está bien, bajo ninguna circunstancia se pueden criticar las pretensiones de dos ciudadanos, máxime si estas se encuentran consagradas en la Carta Magna que determina el derecho a ser elegido.
Este periodo inicial debe ser aprovechado por los eventuales precandidatos para reunirse con dirigentes y de esa manera formar los cuadros respectivos, exponer sus puntos de vista, comenzar la formulación de eventuales programas de gobierno; en fin, una labor dura, pero si se quiere callada, en cada uno de los distritos del país.
Lo que no está bien es que con tanta premura los aspirantes presidenciales comiencen a gastar recursos haciendo grandes contrataciones de personal, por medio de la propaganda en los medios de comunicación y citando a reuniones masivas. Esto, finalmente, puede ser cobrado con muy altos intereses por un electorado que apenas viene saliendo de un bombardeo propagandístico de la recién terminada campaña que concluyó con la elección de Laura Chinchilla como presidenta.
La esperanza es que prime la cordura y que además, el debate que se dé, sea de ideas y no de trapos sucios.