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COLUMNISTAS


Los políticos no se improvisan, se forman

Vladimir de la Cruz vladimirdelacruz@hotmail.com | Miércoles 22 mayo, 2019


Los políticos no se improvisan, se forman. Los actores y dirigentes políticos son el resultado de un proceso de formación de mucho tiempo, de formación personal, de formación política, de cultura general, de cultura histórica, de cultura política.

Las personas que se inclinan por el activismo político, con el propósito de llegar a ser dirigentes políticos, deben dedicar tiempo a su formación personal, para poder destacar en este campo. Siempre ha sido así. Los políticos han sido siempre personas que han tenido su propia formación profesional, personal y política.

Tanto en la actividad política de la izquierda como de la derecha, del activismo anarquista, socialista, marxista, leninista o comunista, como de la socialdemocracia, el socialcristianismo, o el liberalismo clásico, o actual, quienes responden a su condición de dirigentes son personas que conocen de estas teorías o doctrinas políticas, las cultivan, y muchas veces contribuyen a su desarrollo.

La dirigencia política en términos históricos siempre ha sido letrada, educada, formada profesionalmente. No hay revoluciones, ni revoluciones sociales, ni procesos políticos o luchas políticas, dirigidos por analfabetas, por gente inculta, porque también los procesos educativos y formativos profesionalmente han respondido históricamente a ciertos grupos con acceso a estas posibilidades educativas y de formación profesional, aún hoy cuando la educación en su sentido general tiene alcances de masas, de carácter popular y hasta obligatoria en sus primeros niveles de formación. Sin teoría revolucionaria, decía Lenin, no hay movimientos revolucionarios.

En Costa Rica, aún cuando privaban los caudillismos políticos antes de los partidos políticos, hasta 1890, y con los partidos políticos, a partir de 1890, los grandes dirigentes históricos del desenvolvimiento político, institucional y económico nacional, fueron en general personas preparadas, educadas, en distintos campos, educadores, abogados, médicos, mayoritariamente, entre otros. Excepcionalmente algunos sin formación profesional específica pero con gran formación autodidacta pero con gran formación cultural, histórica universal y política.

Algunos dirigentes políticos nacionales se formaron, en su pensamiento político, por el paso en Universidades en el extranjero y por el contacto directo con formaciones políticas más desarrolladas en esos países, así como con documentos político filosóficos que inspiraban las grandes corrientes políticas contemporáneas.

Con los partidos políticos, especialmente en Costa Rica, a partir del surgimiento del Partido Comunista en 1931, este partido le puso atención especial a la formación teórica de sus dirigentes, y se preocuparon de enseñarles las teorías y doctrinas del socialismo científico. El periódico que impulsaron lo concebían como un instrumento de capacitación y formación política. Los partidos políticos empezaron a concebirse como escuelas de formación política de sus dirigentes, de sus cuadros políticos nacionales y regionales, como de los sectores sociales en que los partidos políticos actuaban, los sectores campesinos, obreros y sindicales, estudiantiles, juveniles, mujeres, comunales etc.

En Costa Rica en la década de 1940 el Centro de Estudios para los Problemas Nacionales sirvió de crisol para la formación de la base del pensamiento socialdemócrata, que inspiró primero el Partido Social Demócrata y el periódico homónimo de esos años, y más tarde al Partido Liberación Nacional, a partir de 1951. Las corrientes social cristianas empezaron a asomarse en el país desde la Encíclica Rerum Novarum y el Obispo Thiel, con el impulso que procuraron del Partido Unión Católica, luego con el Periódico La Justicia Social, a principios del siglo XX, y más tarde, con el Código Social de Malinas, cuyo mejor representante quizá fue el Dr. Rafael Angel Calderón Guardia, fortalecido en estas tendencias con la Encíclica Quadragesimo Anno, y el impacto que sobre el Dr. Calderón Guardia tuvo también el pensamiento social del Presidente Roosevelt, así como la inteligencia de Monseñor Víctor Manuel Sanabria que se le sumó a apoyar su gestión social.

Luego fue el desarrollo del Partido Demócrata Cristiana y la presencia del humanista Luis Barahona Jiménez y el desarrollo de tendencias de carácter socialcristiano que empezaron a darse desde la década de 1960, hasta la constitución del Partido Unidad Social Cristiana, en 1983.

En el caso particular estos tres partidos, el Comunista, llamado Vanguardia Popular desde 1943, Liberación Nacional, desde 1951 y la Unidad Social Cristiana, desarrollaron centros de capacitación política en el país, y tenían referentes internacionales a los cuales enviaban también a sus jóvenes y dirigentes a capacitarse. Otros grupos de izquierda surgidos a partir de la década de 1960 impulsaron estos procesos de capacitación con sus militantes. Esto les produjo dirigentes importantes que empezaron a desarrollarse desde muy jóvenes, en las organizaciones juveniles, estudiantiles y universitarias, en las organizaciones campesinas y sindicales, o en las de mujeres y de comunidades, entre otras, y de allí pasaban a los órganos partidarios y a las estructuras de representación política.

En el campo político los grandes partidos, especialmente los que llegaban al Gobierno, facilitaban la formación de sus dirigentes, incrustándoles o dándoles oportunidades de desarrollarse desde los distritos y cantones, en las provincias, y a nivel nacional. Jóvenes candidatos a síndicos y regidores pasaban a diputados, o a puestos en la administración pública, a ministerios, en el servicio exterior, haciendo carrera política en el buen sentido de la palabra, para después aspirar como posibles candidatos presidenciales. Esta era la ruta, que se ha perdido desde hace bastantes años.

Hoy ya no existen esos centros de capacitación nacional de los partidos políticos, con cursos especializados, con estudio de sus teorías y doctrinas políticas que les inspiran. En la medida en que los centros mundiales de estos partidos también se debilitaron cayeron esos centros de capacitación en el extranjero. Esto se evidencia en muchos miembros de la clase política pública que muestran sus debilidades teórico filosóficas de su formación, como es el caso patético de un diputado socialcristiano que definió a su partido como “centro derecha y centro izquierda”. Mejor hubiera dicho solo “centro”. Hoy dirigentes liberacionistas o socialcristianos desconocen sus fuentes teóricas y doctrinarias. Hoy, en mucho estos partidos están separados de esas fuentes teóricas y filosóficas. ¿Cuáles son los fundamentos socialdemócratas y socialcristianos de hoy, 2019, siglo XXI? ¿Los planteamientos socialistas o comunistas clásicos, siguen siendo válidos? Si no lo son, ¿cuáles son hoy esos planteamientos en la sociedad capitalista desarrollada y globalizada que hoy existe?

En el campo de la izquierda ha sucedido algo parecido. La caída y derrumbe de la sociedad socialista soviética y del Sistema Mundial Socialista, dejó en desamparo teórico político a la gran militancia de izquierda que tenía como referencia política, de nueva sociedad, ese Mundo Socialista.

El sustituto de “Otro mundo es posible”, o del “Socialismo del siglo XXI” no alcanzó a desarrollar, hasta ahora, esa posibilidad política de convertir los postulados que aquí se esbozaron en banderas de masas, y banderas revolucionarias, que emocionalmente movieran masas y crearan posibilidades reales de acceso al poder. Las experiencias políticas de gobiernos progresistas en América Latina fracasaron, la mayoría de ellos por procesos profundos de corrupción en la administración política de sus proyectos institucionales. En Europa las fuerzas políticas de izquierda y comunistas, otrora importantes y poderosas, hoy son apenas una ligera representación política de algunos sectores de población, incluidos en esta situación las existentes en los antiguos países socialistas.

En el caso costarricense los partidos que realizan Congresos doctrinarios o políticos hoy no hacen alarde de lo acordado y trazado en esos Congresos, los partidos políticos no tienen presencia pública más que por la representación parlamentaria que algunos tienen, exceptuando los grupos políticos de orientación trotskista que sí realizan un trabajo sistemático de análisis de la realidad nacional y centroamericana con propuestas alternativas de organización, combate y movilización. Los partidos políticos, como organizaciones, no realizan una fuerte oposición política alternativa ni de control político nacional. La crítica por la crítica es quizá la mejor forma de expresarse de los partidos y movimientos políticos en general.

Mucha de la lucha social, casi toda ella, hoy es resultado de las propias organizaciones sociales de los trabajadores y no de quienes deberían estar conduciendo esos movimientos políticamente, los partidos políticos.

Las direcciones nacionales de los partidos políticos hoy son estructuras muy débiles políticamente. Requieren líderes y personas reconocidas con esa proyección nacional de la que carecen. Los partidos no se preocupan de hacer resaltar a sus líderes nacionales, ni siquiera regionales o cantonales, como es el caso de las elecciones municipales que están enfrentando todos los partidos políticos a finales de este año. Estos liderazgos casi se expresan en una intensa lucha por la piñata que pueden significar las alcaldías y los puestos de administración política municipal y distrital.

En las estructuras políticas partidarias nacionales, las de las izquierda son bastantes desconocidas. Igual sucede con los socialcristianos y socialdemócratas.

Liberación Nacional hace esfuerzos por renovar sus planteamientos organizativos. Ha abierto el Partido al retorno de sus exmilitantes, con todos los derechos que les asisten. Su Presidente actual trata de tener cierto protagonismo público.

El retorno y la atracción a su seno, en el Directorio Político Nacional, de Rolando Araya Monge, su viejo dirigente juvenil, diputado, ministro, candidato presidencial, miembro de la Internacional Socialista Socialdemócrata, me parece va a tener profundas repercusiones en la concepción de ese Partido Político, para el momento actual, y por rebote al resto de los partidos políticos nacionales.

No se trata aquí de criticar a Rolando Araya por su retorno. Se trata de valorar la importancia política que ello pueda tener. Esto no se está haciendo. Quienes critican a Rolando, por este paso, y a Liberación Nacional están perdiendo, a mi modo de ver, la perspectiva nacional política. Rolando Araya Monge es uno de los cuadros, de los dirigentes políticos, más y mejor formados que ha tenido Liberación Nacional. Su visión de la Costa Rica actual y de los cambios que hay que imprimirle me parece que tratará de llevarlos a la acción desde la dirección nacional del Partido Liberación Nacional. ¿Estará esa dirección política en capacidad de mantener esa discusión y llevarla a cabo?

La vigencia de Liberación Nacional hacia las elecciones, más que municipales, las nacionales del 2022, probablemente va a depender de esta nueva dirección y de este nuevo impulso.




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