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COLUMNISTAS


Los Monopolios en Costa Rica: Efectos y desafíos para el usuario y la competitividad

Óscar Álvarez Araya oalvarezcocr@gmail.com | Jueves 19 septiembre, 2024


Algunos han propuesto la venta, privatización o cierre de todas las empresas estatales en régimen de monopolio. Otros mucho más moderados han propuesto abrir los monopolios estatales a la competencia.

En el contexto económico costarricense, los monopolios han sido objeto de debate tanto por su impacto en el desarrollo económico como por su influencia en el bienestar social del usuario y el consumidor.

Como escribió la filóloga costarricense Cecilia Valverde: “Todos los monopolios son perjudiciales. Pero más lo son los monopolios del Estado.”

La existencia de monopolios estatales, principalmente en sectores estratégicos, ha generado implicaciones directas en la competitividad, el acceso a servicios y el dinamismo del mercado. Este artículo explora los monopolios estatales en Costa Rica desde una perspectiva crítica, analizando su historia, las razones detrás de su existencia y los efectos que generan sobre la economía nacional.

Costa Rica, al igual que muchos países de América Latina, ha tenido una fuerte intervención estatal en sectores clave de la economía, como la energía, las telecomunicaciones y los seguros. Esta intervención se tradujo históricamente en la creación de monopolios estatales que, según sus artífices en su momento, se consideraron necesarios para garantizar el acceso universal a servicios esenciales y promover el desarrollo del país.

Uno de los ejemplos más representativos es el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), fundado en 1949 con el objetivo de generar, transmitir y distribuir electricidad en todo el país. Posteriormente, el ICE amplió su ámbito de acción al sector de telecomunicaciones, consolidando un monopolio estatal que perduró durante décadas. Este monopolio garantizó un acceso relativamente equitativo a estos servicios, pero también impuso barreras a la entrada de nuevos competidores.

Otro caso es el del Instituto Nacional de Seguros (INS), creado en 1924. Por muchos años, el INS fue el único proveedor de seguros en el país, lo que permitió una regulación estricta del sector. Sin embargo, también limitó la diversificación y la innovación, factores clave para la mejora de servicios y la competitividad.

En ambos casos, los monopolios fueron justificados por sus creadores bajo la premisa de que el control estatal garantizaría el acceso igualitario a todos los ciudadanos y evitaría abusos por parte de empresas privadas. Si bien estas razones eran relativamente válidas en sus orígenes, con el paso del tiempo, las condiciones del mercado cambiaron y la presencia de monopolios comenzó a generar ineficiencias que afectaron al consumidor y al dinamismo económico.

Uno de los mayores retos que enfrentan los países con monopolios, sean estatales o privados, es la falta de competitividad. En un entorno monopolístico, la ausencia de competencia suele llevar a ineficiencias, menor innovación y altos costos para los consumidores. Costa Rica no ha sido la excepción.

En el caso de las telecomunicaciones, el ICE mantuvo el monopolio del sector hasta el año 2008, cuando se implementó la apertura de las telecomunicaciones como parte de los acuerdos del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR). Esta apertura permitió la entrada al mercado de nuevos competidores como Claro y Movistar, lo que generó una reducción en los precios, mejoras en la calidad de los servicios y una mayor oferta para los usuarios. Antes de esta apertura, los usuarios costarricenses enfrentaban precios altos, un servicio limitado y pocos incentivos para que el monopolio innovara o mejorara su infraestructura.

Un fenómeno similar ocurrió en el sector de seguros. Con la apertura del mercado de seguros en el 2008, se rompió el monopolio del INS y nuevos actores ingresaron al mercado, generando una mayor variedad de productos y servicios. La competencia en este sector ha permitido la creación de seguros más especializados, precios más competitivos y una mayor orientación hacia el cliente.

Sin embargo, algunos sectores siguen bajo un régimen monopólico en la práctica, como el caso del refinamiento y distribución de hidrocarburos, donde RECOPE sigue siendo el único actor. La falta de competencia en este sector ha sido objeto de críticas debido a los altos precios de los combustibles, que afectan no solo a los consumidores directos sino también al costo de producción de bienes y servicios en todo el país.

Una de las principales críticas a los monopolios en cualquier sector es su efecto inhibidor sobre la innovación. En un entorno sin competencia, las empresas no tienen incentivos fuertes para invertir en nuevas tecnologías o mejorar la eficiencia. Esto es particularmente relevante en sectores como el de las telecomunicaciones, donde el avance tecnológico a nivel global es constante.

El monopolio del ICE en telecomunicaciones es un claro ejemplo de cómo la falta de competencia puede retrasar el desarrollo tecnológico de un país. Antes de la apertura del mercado, Costa Rica mostraba un rezago en la adopción de tecnologías móviles avanzadas, como las redes 4G. Tras la entrada de nuevos competidores, el país ha logrado ponerse al día con muchos avances tecnológicos, mejorando su infraestructura de telecomunicaciones y permitiendo un mayor acceso a internet móvil, lo que es clave para el desarrollo económico y social en la era actual.

A pesar de los avances logrados con la apertura de algunos sectores, persisten desafíos relacionados con monopolios que afectan el desarrollo económico. Un ejemplo de ello es el sector energético. Costa Rica ha avanzado significativamente en la generación de energía limpia, pero el monopolio del ICE en la generación y distribución de electricidad impide que nuevos actores puedan entrar en el mercado y ofrezcan soluciones más eficientes y competitivas.

La reforma del mercado eléctrico es un tema recurrente en la discusión política costarricense. Los defensores de una mayor apertura argumentan que permitir la competencia en la generación de energía podría reducir los costos para los consumidores y fomentar la inversión en nuevas tecnologías limpias. Sin embargo, existen resistencias debido a la percepción de que la apertura podría poner en riesgo la seguridad energética y la equidad en el acceso a los servicios.

Además, la transformación de RECOPE ha sido un tema controversial. El alto costo de los combustibles ha motivado discusiones sobre la necesidad de abrir este sector a la competencia. No obstante, las ideologías políticas retardatarias, las resistencias partidistas y los intereses gremialistas de grupos específicos han dificultado la implementación de reformas en este sector.

Los monopolios en Costa Rica, en especial aquellos en sectores estratégicos, han tenido un impacto mixto en la economía y el bienestar social. Si bien en sus inicios sus creadores los justificaron por razones de equidad y desarrollo, la evolución de los mercados y la necesidad de mayor competitividad y eficiencia han dejado en evidencia las limitaciones de este modelo.

La apertura de sectores como telecomunicaciones y seguros ha demostrado los beneficios que trae consigo la competencia, mientras que los monopolios restantes en sectores como el energético y el de hidrocarburos continúan representando un desafío para el desarrollo del país.

Es necesario seguir evaluando la pertinencia de los monopolios en general y de los estatales en particular y fomentar reformas que promuevan un equilibrio entre el acceso universal a los servicios y la eficiencia económica, la disminución de precios y costos de producción y la competitividad en general.

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