Los beneficios del modelo híbrido en el rendimiento de los colaboradores dentro nuevo normal
Agustín Morales amorales@portafolio.cr | Martes 25 mayo, 2021
Pareciera que fue ayer cuando la gran mayoría de las conferencias del International Council of Shopping Centers 2011 en las Vegas vaticinaban el “retailpocalypse” (el fin del comercio como lo conocemos). Era evidente el temor de la industria en cuanto a qué iba a pasar con el “brick and mortar” (tiendas físicas) de cara al crecimiento de las ventas en línea y la presencia aterradora del gigante Amazon.
Diez años después, tendería a creer que estamos bastante más claros en cuanto al tema y como nuestros niveles de ansiedad han mermado. Hoy entendemos que el cambio es inevitable sobre todo cuando se potencia a través de la tecnología y refuerza la conveniencia; nuestra conveniencia.
El retail no ha muerto, se ha transformado en experiencia y si bien es cierto muchos de los grandes jugadores han desaparecido, otros se han potenciado, pasando de ser sutiles seres virtuales a poderosas imágenes en la fachada de una tienda en las mejores ubicaciones del planeta.
La razón por la que me parece importante iniciar con este recuento de nuestra experiencia en la industria del retail es porque pareciera que como dijo Mark Twain “la historia nunca se repite, pero rima”. Hoy estamos de nuevo ante una interrogante similar, ¿será que llegó el fin de la oficina tradicional?
Existen posiciones encontradas en los países con mercados más sofisticados. Leemos noticias como la de Twitter permitiéndole al 100% de sus colaboradores teletrabajar a perpetuidad (si así lo quieren). Al otro extremo del espectro encontramos a algunos ejecutivos como Reed Hastings (Co-CEO Netflix) aservando que el tener a los colaboradores aislados en sus casas es un “negativo absoluto” (“I don´t see any positives. Not being able to get together in person, particularly internationally, is a pure negative”).
Está claro que uno de los retos más importantes que están experimentando las empresas es su habilidad de crear y potenciar una cultura organizacional específica e intencional cuando no es posible verse cara a cara. Es posible que esta lógica explique porque Netflix, una organización disruptiva por naturaleza, se muestra reacia a abrazar el trabajo remoto de la forma en que lo hemos venido experimentando. Es muy difícil crear cultura sin interacción humana.
Por ejemplo, la productividad se vio potenciada en los primeros meses de la pandemia en buena medida porque muchos no entendíamos bien cómo maniobrar el balance de vida personal y profesional que tomaba lugar todos los días en el mismo sitio. No es de sorprenderse que la “mega productividad” de los primeros meses de la pandemia ha mermado, probablemente, víctima del hecho de que ahora podemos ir al gimnasio, los niños están yendo a la escuela presencialmente buena parte de la semana y además; muchos están agotados. Todo esto sin lugar a duda se ha convertido en una preocupación para nuestras organizaciones y suma a la posición de “retorno a la oficina”.
Por otro lado, sería ingenuo pensar que este gran experimento del teletrabajo no ha traído cosas positivas a nuestras vidas. Para los que fuimos afortunados de tener la capacidad de migrar nuestra presencialidad al plano virtual, el hecho de tener más tiempo en familia e incluso maniobrar un poco con los horarios, han sido elementos muy positivos que, en la medida correcta, tiendo a creer favorecerán nuestros niveles de satisfacción y realización personal.
Para algunos, el experimento continúa en el sentido de que hoy se encuentran “regados por el mundo” personificando la idea de los “nómadas digitales”. Siendo honestos, en otra realidad estas posibilidades hubieran sido idílicas e inalcanzables para muchos de nosotros, pero la verdad es que este privilegio ya no está únicamente reservado a programadores de software o ejecutivos de Silicon Valley. Hoy basta con la posibilidad de teletrabajar y “viajar ligero” para vivir esta experiencia.
De cara a lo anteriormente comentado, ¿en dónde está entonces el “happy middle” entre lo que la empresa desea y lo que el colaborador espera/requiere después de esta temporada inédita?
Los ejecutivos con los que hemos conversado ven el teletrabajo sucediendo uno o dos días a la semana y a la luz de lo anteriormente expuesto parecería que esto podría ser un “buen trato” para el colaborador dado que le daría la posibilidad de mantener un relativo control de una buena parte de su tiempo (los días que está en su casa) así como la posibilidad de volver a sentir la interacción y energía de una buena discusión “con taza de café en mano” en la oficina.
Mi conclusión es que, como desarrolladores, tenemos el reto de repensar los espacios residenciales, la ubicación de nuestros proyectos corporativos de manera que se ubiquen cada día más cerca de los centros poblacionales dentro de la mancha urbana. Debemos caminar la milla extra para lograr alianzas público-privadas que nos permitan tener un impacto positivo en nuestras ciudades y la vida de sus habitantes creando espacios urbanos de calidad y altamente inclusivos.