Liberación pierde el Congreso
Esteban Arrieta earrieta@larepublica.net | Martes 03 mayo, 2011
Oposición se adueñó de la Presidencia de la Asamblea Legislativa y del resto de los puestos del directorio
Liberación pierde el Congreso
Verdiblancos demostraron falta de pericia legislativa y cuando ya se vieron contra la pared, no tuvieron más remedio que ceder ante la oposición
Contra todos los pronósticos y únicamente cuando ya se encontraron entre la espada y la pared, el Partido Liberación Nacional (PLN) cedió ayer el control del Congreso a la oposición, poniendo fin a un papelón legislativo sin paralelo en la historia nacional.
Luego de 33 horas de zozobra, acusaciones, críticas y fallidas negociaciones y al ver que no contaban con los votos necesarios para ganar la presidencia del Parlamento y el resto de los puestos del directorio, los verdiblancos anunciaron su retiro de la contienda.
Eran poco más de las 3.30 p.m., cuando el liberacionista Luis Gerardo Villanueva, ex presidente del Parlamento, anunciaba la decisión de su bancada y por ende, de sus aspiraciones de reelección, con una voz entrecortada muy diferente a la que se le escuchó decenas de veces en el Plenario durante el último año, cuando dictó decenas de resoluciones de la presidencia.
Esto allanó el camino para que el bloque opositor, compuesto por cinco bancadas, se adueñara de todos los puestos del directorio, incluido el del presidente, el cual recayó sobre Juan Carlos Mendoza, legislador del Partido Acción Ciudadana (PAC).
“Ante las condiciones inusuales de los últimos días, que incluyen amenazas de expulsión a los legisladores de oposición que voten por mí, donde se ha llegado a insistir en que uno o varios asesores vigilen de cerca la posición de los diputados, los compañeros de mi fracción y este servidor, hemos considerado que eso no es posible en una nación democrática, eso es inaceptable en un Congreso”, expresó Villanueva
“Por ese ambiente, les manifesté a mis compañeros y a la señora Presidenta, que declinaba de postular a mi nombre, pero además, quiero decirles que la fracción del PLN me ha encargado indicarles que no vamos a presentar ningún otro candidato. A quien ahora le corresponde asumir en pleno el directorio, es al bloque opositor”, agregó.
La oposición, un mosaico de ideologías, autodenominado “Alianza por Costa Rica”, asume el control del Parlamento sin una agenda de proyectos definida, con una gran responsabilidad sobre sus espaldas y mucha expectativa sobre la labor que realizará.
Tradicionalmente, el partido de gobierno dirige la Asamblea Legislativa. La última vez que no sucedió esto, fue durante el gobierno de José Joaquín Trejos Fernández (1966-1970), es decir, hace 45 años, por lo que el desenlace de ayer es histórico.
El puesto de presidente del Congreso es de vital importancia, ya que este tiene la potestad de ordenar el debate legislativo, repartir a los diputados en las comisiones y acelerar el debate de los proyectos de ley, entre otras funciones.
Durante las semanas previas a la elección, el PLN insistió en que contaban con los 29 votos necesarios para asegurarse de colocar a sus diputados en los puestos del directorio legislativo, e incluso, llegó a señalar que habría ingobernabilidad si el oficialismo no controlaba el Congreso.
Pero una falta de pericia legislativa, durante la sesión solemne del 1º de mayo, el domingo anterior, puso entre la espada y la pared a los verdiblancos, quienes no tuvieron otra salida que ceder ayer el control del Parlamento.
Durante dicha jornada, el PLN nombró a Villanueva como presidente del Parlamento contra viento y marea, a pesar de que no había quórum y tras una serie de interpretaciones del reglamento legislativo que fueron cuestionables. Por esta razón, el mismo Villanueva declinó su designación pocos minutos después de haber sido electo.
Sin embargo, la elección anómala marcó un punto de inflexión en la designación del nuevo directorio legislativo; el fallido nombramiento terminó por unir al bloque opositor, generó desconfianza y zozobra, que fue capitalizada por el bloque opositor, el cual terminó adueñándose de todos los puestos del directorio.
Los integrantes de la alianza, compuesta por 31 diputados del PAC, Accesibilidad Sin Exclusión (PASE), Movimiento Libertario (ML), Unidad Social Cristiana (PUSC) y Frente Amplio, firmaron la semana pasada un pacto para repartirse los puestos del directorio, las comisiones y establecer una agenda legislativa.
En el documento, se estableció que aquel legislador que violentara el acuerdo, sería expulsado de la fracción y del partido.
Por esta razón, el domingo el PLN y el bloque opositor se enfrascaron en un intenso debate por el sistema que se utilizaría para garantizar que el voto fuera secreto.
Por un lado, para el bloque opositor era de vital importancia establecer mecanismos de control cruzado por medio de sus asesores o de los mismos diputados, para evitar una traición dentro del bloque.
Por su parte, el oficialismo, defendió a capa y espada, que el voto no fuera fiscalizado de ninguna manera, para que los legisladores desertores del bloque opositor pudieran votar sin que sus pares determinaran quién era el traidor.
Al término de la jornada, los diputados no pudieron ponerse de acuerdo y cerraron la sesión, generando una crisis política sin precedentes, la cual se subsanó ayer con la elección del directorio.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net
Liberación pierde el Congreso
Verdiblancos demostraron falta de pericia legislativa y cuando ya se vieron contra la pared, no tuvieron más remedio que ceder ante la oposición
Contra todos los pronósticos y únicamente cuando ya se encontraron entre la espada y la pared, el Partido Liberación Nacional (PLN) cedió ayer el control del Congreso a la oposición, poniendo fin a un papelón legislativo sin paralelo en la historia nacional.
Luego de 33 horas de zozobra, acusaciones, críticas y fallidas negociaciones y al ver que no contaban con los votos necesarios para ganar la presidencia del Parlamento y el resto de los puestos del directorio, los verdiblancos anunciaron su retiro de la contienda.
Eran poco más de las 3.30 p.m., cuando el liberacionista Luis Gerardo Villanueva, ex presidente del Parlamento, anunciaba la decisión de su bancada y por ende, de sus aspiraciones de reelección, con una voz entrecortada muy diferente a la que se le escuchó decenas de veces en el Plenario durante el último año, cuando dictó decenas de resoluciones de la presidencia.
Esto allanó el camino para que el bloque opositor, compuesto por cinco bancadas, se adueñara de todos los puestos del directorio, incluido el del presidente, el cual recayó sobre Juan Carlos Mendoza, legislador del Partido Acción Ciudadana (PAC).
“Ante las condiciones inusuales de los últimos días, que incluyen amenazas de expulsión a los legisladores de oposición que voten por mí, donde se ha llegado a insistir en que uno o varios asesores vigilen de cerca la posición de los diputados, los compañeros de mi fracción y este servidor, hemos considerado que eso no es posible en una nación democrática, eso es inaceptable en un Congreso”, expresó Villanueva
“Por ese ambiente, les manifesté a mis compañeros y a la señora Presidenta, que declinaba de postular a mi nombre, pero además, quiero decirles que la fracción del PLN me ha encargado indicarles que no vamos a presentar ningún otro candidato. A quien ahora le corresponde asumir en pleno el directorio, es al bloque opositor”, agregó.
La oposición, un mosaico de ideologías, autodenominado “Alianza por Costa Rica”, asume el control del Parlamento sin una agenda de proyectos definida, con una gran responsabilidad sobre sus espaldas y mucha expectativa sobre la labor que realizará.
Tradicionalmente, el partido de gobierno dirige la Asamblea Legislativa. La última vez que no sucedió esto, fue durante el gobierno de José Joaquín Trejos Fernández (1966-1970), es decir, hace 45 años, por lo que el desenlace de ayer es histórico.
El puesto de presidente del Congreso es de vital importancia, ya que este tiene la potestad de ordenar el debate legislativo, repartir a los diputados en las comisiones y acelerar el debate de los proyectos de ley, entre otras funciones.
Durante las semanas previas a la elección, el PLN insistió en que contaban con los 29 votos necesarios para asegurarse de colocar a sus diputados en los puestos del directorio legislativo, e incluso, llegó a señalar que habría ingobernabilidad si el oficialismo no controlaba el Congreso.
Pero una falta de pericia legislativa, durante la sesión solemne del 1º de mayo, el domingo anterior, puso entre la espada y la pared a los verdiblancos, quienes no tuvieron otra salida que ceder ayer el control del Parlamento.
Durante dicha jornada, el PLN nombró a Villanueva como presidente del Parlamento contra viento y marea, a pesar de que no había quórum y tras una serie de interpretaciones del reglamento legislativo que fueron cuestionables. Por esta razón, el mismo Villanueva declinó su designación pocos minutos después de haber sido electo.
Sin embargo, la elección anómala marcó un punto de inflexión en la designación del nuevo directorio legislativo; el fallido nombramiento terminó por unir al bloque opositor, generó desconfianza y zozobra, que fue capitalizada por el bloque opositor, el cual terminó adueñándose de todos los puestos del directorio.
Los integrantes de la alianza, compuesta por 31 diputados del PAC, Accesibilidad Sin Exclusión (PASE), Movimiento Libertario (ML), Unidad Social Cristiana (PUSC) y Frente Amplio, firmaron la semana pasada un pacto para repartirse los puestos del directorio, las comisiones y establecer una agenda legislativa.
En el documento, se estableció que aquel legislador que violentara el acuerdo, sería expulsado de la fracción y del partido.
Por esta razón, el domingo el PLN y el bloque opositor se enfrascaron en un intenso debate por el sistema que se utilizaría para garantizar que el voto fuera secreto.
Por un lado, para el bloque opositor era de vital importancia establecer mecanismos de control cruzado por medio de sus asesores o de los mismos diputados, para evitar una traición dentro del bloque.
Por su parte, el oficialismo, defendió a capa y espada, que el voto no fuera fiscalizado de ninguna manera, para que los legisladores desertores del bloque opositor pudieran votar sin que sus pares determinaran quién era el traidor.
Al término de la jornada, los diputados no pudieron ponerse de acuerdo y cerraron la sesión, generando una crisis política sin precedentes, la cual se subsanó ayer con la elección del directorio.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net