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Lecciones aprendidas sobre la transición energética en el mundo: aspectos claves analizados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (la COP27)

Roberto Dobles roberto.dobles@gmail.com | Lunes 06 febrero, 2023


La Conferencia de las Partes (COP) es la Cumbre Anual que realiza todos los años la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) donde se reúnen 196 países. Se le llama también la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

La COP27 fue la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), la cual se celebró en Sharm el Sheikh (Egipto) entre el 6 y el 18 de noviembre del 2022. En la COP27, los países se reunieron para tomar medidas con el fin de alcanzar los objetivos climáticos colectivos del mundo.

La COP28 tendrá lugar en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) del 4 al 6 de noviembre del 2023.

Entre muchos otros temas, en la COP27 se analizaron los factores críticos de éxito para realizar una transición energética y la realidad ineludible de este complejo proceso de cambio transformacional que es intensivo en capital y en tiempo (décadas).

Dentro de un marco de realismo, en esta COP quedó claro que para enfrentar los desafíos duales (energía y cambio climático) se requiere de estrategias duales.

Ha quedado clara la realidad que, durante la transición energética, es necesario invertir tanto en el desarrollo de las nuevas fuentes de energía (renovables) como también en las tradicionales, de tal manera que le permita a los países, y al mundo en general, avanzar simultáneamente en el clima, el acceso asequible de la energía y la seguridad energética.

Como lo he señalado en columnas anteriores, la transformación del sistema energético para satisfacer la creciente demanda mundial de energía con una economía y una población mundial en crecimiento (que alcanzará los 10.000 millones en el 2035), va a requerir de un mix energético muy amplio y diversificado que al mismo tiempo se reduzcan progresivamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Un artículo titulado “Reflections from COP27”, publicado por la prestigiosa firma internacional McKinsey & Company el 15 de diciembre pasado, resume de la siguiente manera los principales aspectos relacionados con la realidad dual climática y energética y analizados en esta conferencia climática mundial:

La COP de este año puso de relieve que, si bien los diálogos sobre el clima son globales, la transición debe ser local. Los compromisos son un primer paso, pero las acciones prácticas, como invertir en activos de transición, serán lo que impulsará el progreso.

Los desafíos duales de la seguridad climática y energética estuvieron a la vanguardia en la “COP del realismo” de este año. A diferencia de las discusiones en la COP26 en Glasgow (Escocia), el diálogo en la COP27 se centró en la necesidad de ser prácticos sobre el ritmo del cambio y las políticas sensatas que se requieren para impulsar la transición.

Necesitamos invertir en suministros de energía tanto tradicionales como nuevos para avanzar en la seguridad y el acceso a la energía, y en el clima.

En la COP27 se destacó el requisito continuo de una cartera de portadores de energía, lo que sugiere que estamos invirtiendo poco en energía en general, tanto limpia como de origen fósil.

Si bien no estamos invirtiendo lo suficiente en energía limpia, por debajo de la tasa necesaria para estar en camino hacia el cero neto, también no estamos invirtiendo lo suficiente en petróleo y gas natural en relación con las proyecciones de demanda.

En la práctica, tendremos que adoptar un enfoque de portafolio para invertir en energía para suavizar la demanda y evitar choques de oferta en el sistema energético.

Un experto en geopolítica comentó que en el momento en que privamos a las inversiones fósiles, cuando todavía tienen un papel en una transición energética, ponemos el control sobre los sistemas energéticos en menos proveedores, lo que aumenta los riesgos de seguridad energética y alta volatilidad.

Varios diálogos destacaron las oportunidades globales para abordar conjuntamente los desafíos del clima y la energía.

Una ejecutiva de una empresa global de servicios de tecnologías energéticas indicó que sus clientes en Europa están solicitando varias soluciones, "... primero, el ahorro de costos, segundo, la seguridad energética y tercero, los objetivos climáticos". Este es un ejemplo tangible de cómo podemos abordar la seguridad energética y los desafíos climáticos en paralelo.

Se destacaron tres facilitadores (“enablers”) clave (despliegue de capital, política energética y tecnología) como los factores contribuyentes claves que sustentan el progreso hasta la fecha.

Se necesitan “trillions not billions of dollars” para soluciones climáticas en el mundo en desarrollo. En contraste discordante con el progreso en el Norte, el financiamiento de la transición en los países en desarrollo se destacó como el desafío más preocupante en el que hemos avanzado poco.

Un artículo titulado “Need for investment is critical for oil, gas industry”, publicado por S&P (Standard and Poor´s) Global Commodity Insights, señala lo siguiente sobre el rol de suministro y de seguridad energética que tienen todavía el gas natural y el petróleo:

Para evitar crisis energéticas (y económicas y sociales), se necesita más inversión en el sector exploración y producción de petróleo y gas natural no solo para sostener la producción a medida que crece la demanda mundial, sino también para impulsar la transición hacia energías más limpias.

La inversión en petróleo y gas natural disminuyó en 2020 y 2021 debido a la pandemia, lo cual es una "receta para una mayor volatilidad”, indicó Joseph McMonigle, Secretario General del Foro Internacional de Energía.

Al final del día, para tener una transición energética ordenada, el petróleo y el gas natural son parte de la solución.

Necesitamos alfabetización climática, alfabetización energética y alfabetización económica.

Otro artículo titulado “The role of the oil and gas industry in the energy transition” , publicado por IPIECA, señala lo siguiente:

La industria del petróleo y el gas natural está desempeñando un papel importante en la transición energética al proporcionar la energía asequible y confiable necesaria para impulsar un crecimiento justo y mejores condiciones de vida para todos, produciendo esta energía con emisiones decrecientes para apoyar un mundo neto cero.

Un número cada vez más grande de empresas de petróleo y gas natural forman parte del crecimiento del sector de las energías renovables y utilizan, invierten y producen cada vez más energía a través de tecnologías renovables, en particular, energía eólica, solar y biocombustibles.

La industria del petróleo y del gas natural está implementando y desarrollando nuevas tecnologías para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Una de estas tecnologías clave que puede permitir la mitigación rentable y a gran escala de CO2, dentro de la industria y en otros sectores, es la captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS). De los 26 proyectos CCUS de gran escala en operación en el 2020, 24 están relacionados con el sector de petróleo y gas natural.

Todo lo anterior muestra que el mundo está avanzando con base en una realidad dual relacionada con la lucha contra el cambio climático y con el suministro de energía asequible con seguridad energética.

Con base en esta realidad, muchos países están apoyando su progreso económico, social y ambiental con una estrategia de desarrollo dual de sus propios recursos energéticos (renovables y no renovables), el cual evoluciona en el tiempo para avanzar simultáneamente en la transición energética y en el fortalecimiento de su desarrollo económico y social.

Existen muchos casos exitosos de estrategias duales. Noruega es uno de ellos, al cual me he referido en otras ocasiones, por ser un país con un altísimo nivel ambiental y social y una población parecida a la nuestra (5,4 millones).

La evidencia muestra que la estrategia dual de este país es muy exitosa, la cual fortalece su política de energías limpias y su transición energética.

En las dos columnas anteriores, tituladas “Lecciones aprendidas sobre la transición energética en el mundo: el caso de Noruega (I y II)”, se analizó el caso exitoso de este país, cuya política energética, ambiental y climática se ha convertido en un referente mundial.

Este país es reconocido internacionalmente como el que más ha avanzado en la transición energética y es un referente internacional del desarrollo sostenible con altísimos niveles de desempeño ambiental, económico y social.

Las políticas de Noruega son compatibles con las realidades analizadas y discutidas en la última cumbre climática mundial (la COP27), cuyo relato resumido se encuentra en el artículo “Reflections from COP27” anteriormente indicado, publicado por McKinsey & Company.

Muchos países exitosos en el mundo han entendido bien que el desarrollo dual de sus propios recursos energéticos es un poderoso instrumento que potencia el desarrollo económico y social, la generación de grandes ingresos fiscales que fomentan la prosperidad del país y la transición energética.

En Costa Rica se hace lo contrario de lo que están haciendo los países en el mundo. Tenemos una política energética llena de dogmas sin sustento técnico y económico que ha venido conduciendo, entre muchas otras cosas, a lo siguiente:

• Masivas y crecientes importaciones de derivados de petróleo para abastecer las necesidades energéticas nacionales.

• Aumento continuo de la dependencia nacional de los caros y volátiles derivados de petróleo importados, las cuales ya representan casi las dos terceras partes del suministro energético del país.

• Sustitución de las fuentes nacionales renovables de energía por las crecientes importaciones petroleras.

• Nula diversificación energética (donde los derivados de petróleo importados y la hidroelectricidad representan actualmente un 80% del abastecimiento energético nacional).

• Disminución de la seguridad energética.

• Aumento continuo de las emisiones al ambiente del sector energético (incluyendo gases de efecto invernadero que inciden en el cambio climático).

• Energía cara.

• Excesiva volatilidad del exterior (petrolera en el caso de las no renovables y climática en el caso de las renovables).

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