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Lección de realidad

Vilma Ibarra vilma.ibarra@gmail.com | Miércoles 04 mayo, 2011



Hablando Claro
Lección de realidad

Nos quedamos cortísimos la semana pasada cuando al celebrar el quiebre en la rutina y el letargo de nuestra clase política, de cara a lo que suponíamos sería la elección del directorio legislativo del domingo primero de mayo, afirmamos que no advertíamos ningún quiebre institucional ¡y hasta nos atrevimos a mal parafrasear a don Pepe diciendo que el suelo estaba parejo! No fuimos capaces de advertir que las cosas podrían y llegarían tan lejos. Acusamos nuestra extrema miopía, que si lo fuera solo nuestra no tendría ninguna importancia, pero que a la vista de los acontecimientos resulta que como aquel famoso ensayo sobre la ceguera del maestro Saramago, se generalizó no a todo el cuerpo social pero sí a un importante grupo del estamento político.
Como ocurre con los eventos telúricos, ciertamente no existe aún ciencia capaz de anticiparlos, aunque sí la hay para estudiar, investigar y consecuentemente establecer los períodos históricos de ruptura, las zonas de mayor riesgo, los ciclos de actividad, etc. a partir del conocimiento y ubicación de las fallas tectónicas y las cada vez más modernas herramientas de la tecnología para estudiar los múltiples y muy complejos aspectos de la sismicidad.
Evidentemente no tuvimos ni por asomo esa capacidad. Fuimos ciegos y sordos ante las numerosas manifestaciones y evidencias que acusan la falla política del sistema y seguimos pensando como sucesores tribales venerables pero ignorantes que las cosas se lograrían según los designios de nuestros dioses y sacrificios…
Hoy, solo gracias a ese potente lente de perspectiva que es el pasado (las últimas 48 horas son pasado), asoma ante nuestra inmensa pequeñez la verdadera dimensión de lo sucedido: la política cambió, las herramientas se han modernizado, hay nuevos actores, un nuevo ejercicio de ciudadanía, e imperiosas y legítimas demandas de transparencia para el discurso y la gestión política. ¡Todo había cambiado y nosotros sin cambiar nada!
Ahora no se trata de enrostrarnos nada. Aunque tampoco nos es dable pasar la página sin aprender esta dura lección. Venimos padeciendo de miopía política aguda desde hace tiempo y no se nos curará milagrosamente porque el directorio político del Congreso haya pasado a manos de la oposición. Es cierto. No podemos seguir sobredimensionando expectativas. Pero también lo es que tuvimos un quiebre político, institucional e incluso constitucional que en cuestión de pocas horas nos abrió los ojos a la realidad. Nuestra sólida institucionalidad democrática fuera de consignas demagógicas y falaces de cuya pronunciación estamos hartos merecía esta nueva oportunidad. Ojalá que los actores políticos y mediáticos estén a la altura de las demandas históricas de hoy.
Y los que no ¡que por los dioses tengan la decencia de hacerse a un lado!

Vilma Ibarra




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