Laura tuvo un primer mes turbulento
Redacción La República redaccion@larepublica.net | Lunes 07 junio, 2010
Credibilidad de Presidenta no ha sido castigada, aunque arranque de gestión ha sido duro
Laura tuvo un primer mes turbulento
Fallida alza en salario de diputados, derrumbes en vía a Caldera y baja de Stagno, marcaron difícil para la mandataria
Marcados errores de precisión política para medir consecuencias durante sus primeras cuatro semanas, hicieron que Laura Chinchilla, presidenta de la República, tuviera un inicio turbulento en su cargo, que le generó un desgaste innecesario, además de resentimientos internos y molestias en grupos opositores.
A pesar de que estuvo cerca del ojo del huracán, su credibilidad no se ha visto afectada del todo, tras un primer mes complejo y atípico, si se compara con el arranque de administraciones anteriores.
Ahora, tras comerse un tercio del pastel, asociado a la tradicional luna de miel que se les da los nuevos gobernantes cuando inician su gestión en los primeros 100 días, la Presidenta tendrá que ajustar el rumbo y realizar las tareas prioritarias en su agenda para cumplir sus promesas.
El titubeo para cortar el fallido intento de los diputados para aumentarse el salario a ¢4,3 millones, problemas de seguridad vial en la concesión de la carretera a Caldera y una baja abrupta en su equipo de gobierno, han sido sin duda, piedras en el tacón presidencial.
“El primer mes en el gobierno generalmente es de acomodo, pero en este caso no fue así y tuvo que hacerle frente a uno de los inicios más difíciles. El tema del aumento salarial de los diputados le generó problemas en su fracción y molestias con los grupos opositores”, dijo Nuria Marín, especialista en política internacional.
En ese sentido, la Presidenta y su equipo de gobierno fallaron en no medir las consecuencias de apoyar un incremento salarial de esa naturaleza al iniciar su gobierno.
“En el intento del alza salarial, los que salen más dañados son los diputados; ella puede pasar la página para dedicarse a otros temas como se espera y la gente no le reprochará”, expresó Víctor Ramírez, analista político.
El contraataque de los diputados se ha manifestado al desautorizar las negociaciones entre partidos encabezadas por Viviana Martín, jefa de fracción del Partido Liberación Nacional (PLN) y al llamar a rendir cuentas al Congreso a tres ministros.
Otro tema que complicó la labor de la mandataria es el de los cuestionamientos hechos a la carretera de Caldera, concesionada a la empresa Autopistas del Sol por problemas de seguridad vial.
A pesar de que los inconvenientes en la ruta fueron detectados por estudios posteriores a los deslizamientos y a los accidentes, los legisladores de la bancada oficialista aportaron los votos para llamar a rendir cuentas a Francisco Jiménez, ministro de Obras Públicas y Transportes.
Hasta el momento, la mandataria ha actuado con diligencia para resolver el problema, pero seguramente atender esta situación podría generarle roces y entrabar la fluidez de su trabajo.
Por otra parte, la salida abrupta del gobierno de Bruno Stagno, como representante de Costa Rica ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), le generó una baja sensible y la falta de defensa, levanta suspicacias.
A inicios de marzo y durante el anuncio oficial del nuevo Canciller, la Presidenta aprovechó la oportunidad para dar a conocer que Stagno sería nombrado en el puesto que ocupó Jorge Urbina, quien sería trasladado como embajador ante el Reino Unidos de los Países Bajos.
Sin embargo, cuando se dio a conocer que Stagno habría incurrido en un error al firmar su propio nombramiento, el Poder Ejecutivo se limitó a decir que investigaría el tema y nunca salió a defender su nombramiento, ni el de Urbina.
“Don Bruno estaba atenido únicamente al respaldo de Oscar Arias, ex presidente de la República, pero no tenía aliados partidarios que lo defendieran, ni en el Congreso ni en el Gobierno. Pensó que su calidad de experto era suficiente para mantenerse en el cargo y no fue así”, indicó Constantino Urcuyo, analista político.
Tras el primer mes de trabajo, la mandataria ha debido hacer un alto en el camino y evaluar todo lo acontecido y de esta forma, sacar las mejores conclusiones.
“Ella debe acercarse a los actores políticos en este momento para limar asperezas, incluso en su propia bancada para componer las relaciones. La verdad, encuentro sorprendente que se abriera una fisura tan fácil y tan rápido en el PLN. Es necesario que refuerce su liderazgo”, manifestó Vilma Ibarra, periodista.
Como dice el refrán, “si por las vísperas se saca el día”, los primeros 30 días en el cargo han sido sin dudas una prueba dura para la mandataria, pero hay que recordar que aún queda mucho camino por recorrer.
“El gobierno insistió en que diéramos chance a los primeros 100 días para conocer bien los planes y el rumbo que lleva; sin embargo, con todo lo que ha pasado hasta el momento, se ha generado más interés por llegar a ese límite de tiempo. Es muy pronto para saber qué pasará”, concluyó Amelia Rueda, periodista.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net
Laura tuvo un primer mes turbulento
Fallida alza en salario de diputados, derrumbes en vía a Caldera y baja de Stagno, marcaron difícil para la mandataria
Marcados errores de precisión política para medir consecuencias durante sus primeras cuatro semanas, hicieron que Laura Chinchilla, presidenta de la República, tuviera un inicio turbulento en su cargo, que le generó un desgaste innecesario, además de resentimientos internos y molestias en grupos opositores.
A pesar de que estuvo cerca del ojo del huracán, su credibilidad no se ha visto afectada del todo, tras un primer mes complejo y atípico, si se compara con el arranque de administraciones anteriores.
Ahora, tras comerse un tercio del pastel, asociado a la tradicional luna de miel que se les da los nuevos gobernantes cuando inician su gestión en los primeros 100 días, la Presidenta tendrá que ajustar el rumbo y realizar las tareas prioritarias en su agenda para cumplir sus promesas.
El titubeo para cortar el fallido intento de los diputados para aumentarse el salario a ¢4,3 millones, problemas de seguridad vial en la concesión de la carretera a Caldera y una baja abrupta en su equipo de gobierno, han sido sin duda, piedras en el tacón presidencial.
“El primer mes en el gobierno generalmente es de acomodo, pero en este caso no fue así y tuvo que hacerle frente a uno de los inicios más difíciles. El tema del aumento salarial de los diputados le generó problemas en su fracción y molestias con los grupos opositores”, dijo Nuria Marín, especialista en política internacional.
En ese sentido, la Presidenta y su equipo de gobierno fallaron en no medir las consecuencias de apoyar un incremento salarial de esa naturaleza al iniciar su gobierno.
“En el intento del alza salarial, los que salen más dañados son los diputados; ella puede pasar la página para dedicarse a otros temas como se espera y la gente no le reprochará”, expresó Víctor Ramírez, analista político.
El contraataque de los diputados se ha manifestado al desautorizar las negociaciones entre partidos encabezadas por Viviana Martín, jefa de fracción del Partido Liberación Nacional (PLN) y al llamar a rendir cuentas al Congreso a tres ministros.
Otro tema que complicó la labor de la mandataria es el de los cuestionamientos hechos a la carretera de Caldera, concesionada a la empresa Autopistas del Sol por problemas de seguridad vial.
A pesar de que los inconvenientes en la ruta fueron detectados por estudios posteriores a los deslizamientos y a los accidentes, los legisladores de la bancada oficialista aportaron los votos para llamar a rendir cuentas a Francisco Jiménez, ministro de Obras Públicas y Transportes.
Hasta el momento, la mandataria ha actuado con diligencia para resolver el problema, pero seguramente atender esta situación podría generarle roces y entrabar la fluidez de su trabajo.
Por otra parte, la salida abrupta del gobierno de Bruno Stagno, como representante de Costa Rica ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), le generó una baja sensible y la falta de defensa, levanta suspicacias.
A inicios de marzo y durante el anuncio oficial del nuevo Canciller, la Presidenta aprovechó la oportunidad para dar a conocer que Stagno sería nombrado en el puesto que ocupó Jorge Urbina, quien sería trasladado como embajador ante el Reino Unidos de los Países Bajos.
Sin embargo, cuando se dio a conocer que Stagno habría incurrido en un error al firmar su propio nombramiento, el Poder Ejecutivo se limitó a decir que investigaría el tema y nunca salió a defender su nombramiento, ni el de Urbina.
“Don Bruno estaba atenido únicamente al respaldo de Oscar Arias, ex presidente de la República, pero no tenía aliados partidarios que lo defendieran, ni en el Congreso ni en el Gobierno. Pensó que su calidad de experto era suficiente para mantenerse en el cargo y no fue así”, indicó Constantino Urcuyo, analista político.
Tras el primer mes de trabajo, la mandataria ha debido hacer un alto en el camino y evaluar todo lo acontecido y de esta forma, sacar las mejores conclusiones.
“Ella debe acercarse a los actores políticos en este momento para limar asperezas, incluso en su propia bancada para componer las relaciones. La verdad, encuentro sorprendente que se abriera una fisura tan fácil y tan rápido en el PLN. Es necesario que refuerce su liderazgo”, manifestó Vilma Ibarra, periodista.
Como dice el refrán, “si por las vísperas se saca el día”, los primeros 30 días en el cargo han sido sin dudas una prueba dura para la mandataria, pero hay que recordar que aún queda mucho camino por recorrer.
“El gobierno insistió en que diéramos chance a los primeros 100 días para conocer bien los planes y el rumbo que lleva; sin embargo, con todo lo que ha pasado hasta el momento, se ha generado más interés por llegar a ese límite de tiempo. Es muy pronto para saber qué pasará”, concluyó Amelia Rueda, periodista.
Esteban Arrieta
earrieta@larepublica.net