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Lunes, 7 de octubre de 2024



EDITORIAL


Las grandes acciones que faltan

Puede el ciudadano no ensuciar los ríos; sin embargo, como contribuyente mantiene multiplicidad de instituciones y pocas prestan el servicio que permita cuidar los ecosistemas

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 09 junio, 2011


Editorial


Junio es el mes dedicado a la conservación del ambiente. LA REPUBLICA ha promovido siempre el respeto por la naturaleza. Por eso, reitera su adhesión a este compromiso y exhorta a sus lectores a luchar por el desarrollo sostenible.

Empresarios, médicos, industriales, asalariados, amas de casa, futbolistas, personajes de la farándula y cualquier otro sector productivo de los que integran el quehacer nacional, deben empeñarse en la protección de nuestros recursos naturales.

Cada costarricense tiene el deber de disponer correctamente de la basura, cerrar la ducha mientras se enjabona, no lanzar basura a ríos ni lotes baldíos, adquirir bolsas reutilizables para sus compras... Por pequeñas que parezcan estas actitudes, juntas harán realidad la meta de ser un país comprometido con el ambiente.

Sin duda, la suma de 4,5 millones de pequeños esfuerzos dará como resultado un gigantesco ejemplo para el resto de la humanidad.

Pero también existen las grandes acciones, las que escapan a la capacidad de cada uno de nosotros, aquellas que son responsabilidad asumida y con gran esfuerzo procurada en campaña por nuestras autoridades, quienes se comprometieron a dictar políticas acerca de lo que conviene a la ciudadanía y al concierto de naciones al que pertenecemos.

Es responsabilidad del gobierno velar por que las tarifas para la generación de energía con fuentes renovables en realidad impulsen este tipo de producción. Así se evitaría la quema de combustibles que emiten grandes cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero.

Está al alcance del ciudadano no ensuciar los ríos; sin embargo, como contribuyente mantiene multiplicidad de instituciones llamadas a proporcionar la infraestructura adecuada para que cuidemos el ambiente y pocas o ninguna prestan el servicio esperado, ni alcantarillados, ni tratamiento de aguas.

Cada costarricense puede dejar el fumado o evitar los aerosoles, pero las autoridades no son lo estrictas que uno quisiera con las chimeneas de la industria, ni los escapes de autobuses o motocicletas.

Individualmente se evita lanzar ínfimas cantidades de gases a la atmósfera, mientras el puente de la platina ocasiona embotellamientos que producen grandes cantidades de partículas contaminantes y la quema inmisericorde de hidrocarburos.

El ciudadano procura emplear la menor cantidad de químicos en el aseo del hogar, pero los ministerios no ejercen el control sobre pesticidas y herbicidas que llegan el suelo y a los alimentos que consumimos.

La destrucción persistente de los ecosistemas, al igual que la pobreza, la inseguridad y demás problemas de un país reflejan en parte la indecisión y debilidad con que este es gobernado.










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