Las vidas de Pedro y de Juan
Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublica.net | Jueves 02 enero, 2020
Pedro tiene voz de locutor.
Aprendió a leer y a escribir, pero no concluyó los estudios primarios. Deambuló de aquí para allá hasta que la vida le dio grata sorpresa. Lo contrataron como locutor de las “Ochenta desechables” y su privilegiada voz le ayudó a intercambiar mensajes con sus oyentes. Hizo nombre.
Así lo ficharon para que cantara en “Tu Cara Me Duele” y luego en “Bailando con los de siempre” y su fama acrecentó.
De pronto se convirtió en director de un programa deportivo por la televisión. Ahí hace entrevistas, reportajes, farándula, concursos y se transformó en “influencer”.
Las agencias de publicidad, el gobierno, el comercio, las marcas de teléfonos, artículos deportivos, no podían desaprovechar el carisma de este “nuevo genio” e inundaron su espacio en la TV de publicidad.
Juan, siempre quiso ser periodista deportivo. Claro, nació en época prehistórica.
Terminó estudios primarios, concluyó el Bachillerato e ingresó a la UCR. Aprobó cursos de Historia de la Cultura, Filosofía, Principios de Economía, Sociología, Historia de las Instituciones, como requisito para entrar a la Escuela de Ciencias de la Comunicación. Estudió seis años para graduarse como Bachiller y una de las materias que ganó fue “Etica periodística”, supongo, asignatura no conocida en redes sociales.
Prácticas de Periodismo, Periodismo Gráfico, Gramática, Literatura, Talleres de Radio y Televisión, carrera universitaria larga y dura de la que cuesta graduarse.
Juan logró su meta y se convirtió en periodista deportivo.
Con el paso de los años, Juan se aventuró en dirigir un programa deportivo en la radio.
Sobrevivió y le fue bien, hasta que apareció Pedro y Juan tuvo que cerrar su programa.
¿Fue culpa o responsabilidad de Pedro, que Juan cancelara su programa deportivo?
¡Jamás!
Todo lo contrario, Juan, hoy con su programa de radio liquidado por falta de patrocinios, admira el espíritu aventurero de Pedro y cómo se lanzó al espacio sin paracaídas.
Al simpático “influencer” se le abrieron las puertas de las agencias publicitarias, el Estado, los “claros”, movistares”, kolbis, gallos, gallinas, casas amarillas, bancos, tarjetas, pautan en su espacio.
Miembro del Colegio de Periodistas, Pedro se pregunta… ¿Qué hace y para qué sirve la colegiatura, si varios “Pedros”, gracias a las redes sociales, nos dejan sin trabajo?
¿Habrá que acudir al “Chapulín Colorado” para que nos defienda?
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