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La organización secuestrada

Redacción La República redaccion@larepublica.net | Jueves 09 diciembre, 2010




La organización secuestrada

“Si me atrevo a discrepar con los que mandan me botan de aquí”, dicen quienes se resignan a trabajar con dirigentes que parecieran tener encarceladas a sus propias organizaciones. ¿Cuáles son cuatro posibles escenarios que originan esta situación?
El temor a verse expuesto por sus errores ante la organización, o la búsqueda de satisfacciones individuales, puede provocar que el jefe se aísle del resto, reduciendo el contacto al mínimo necesario. Es un ausente, su tiempo es absorbido por actividades ajenas al equipo. Eso sí, mantiene el control de las decisiones claves y provoca dependencia hacia él. Sus decisiones tienden a ser impopulares por no ser acordes con la realidad que vive el equipo.
Una limitada inteligencia emocional puede llevar a un dirigente a exhibir autoritarismo, intolerancia y verticalidad de sus decisiones. Intenta compensar esa incapacidad con la imposición de su criterio. Su poder es grande, por lo que ni siquiera se preocupa de la respuesta de los miembros de la organización. “Si no están de acuerdo tienen la puerta abierta”, dice. En cada autoritario podría haber un ser humano necesitado de reconciliación consigo mismo; y mientras no lo logre, el equipo es el lugar para desahogar sus penas personales.
En ocasiones, el jefe se rodea de un círculo de personas que lo aíslan del resto de los miembros. Son un anillo protector que le filtra las “malas noticias” y así la versión de la realidad se parte en dos: la de los jefes y la de los colaboradores. El exceso de confianza del dirigente en sus reportes directos provoca que él sea quien está “secuestrado” y no la organización.
Otra posibilidad es que el jefe sea una excelente persona y con buenas relaciones con el equipo; sin embargo, su mentalidad dejó de innovarse hace años y sus actitudes y modelos de gestión están desfasados respecto a las necesidades del equipo. Aquí, el talento colectivo sufre por la camisa de fuerza colocada por su propio jefe y la capacidad de la organización continuará prisionera, mientras él no cambie o sea cambiado.
En tanto estos dirigentes mencionados sigan al mando, las capacidades seguirán secuestradas, el progreso será imperceptible y los resultados serán menores, comparados con los obtenidos en un ambiente de trabajo caracterizado por la libertad de opinión, el respeto a la diversidad de criterio, la participación entusiasta y la responsabilidad conjunta para concretar un ideal.

German Retana
german.retana@incae.edu










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